"La verdad sobre la pandemia", el best seller que desapareció de las librerías en diez días
El covid-19 modificó el mundo en unos cuantos meses. Acá un adelanto del inquietante ensayo escrito por la doctora en Comunicación.
"El informe corrió como la pólvora. Tanto en las pantallas de los móviles como en las mentes de sus lectores, las letras sufrían una especie de desconfiguración o de metamorfosis trágica que hacía palpitar las entrañas de cada uno de los miembros del equipo médico del hospital sevillano que acababa de recibirlo. La doctora M., mi amiga de la infancia, estaba tan impactada que nos lo relató en nuestro grupo de WhatsApp unos días después, cuando ya se había declarado el Estado de Alarma en España.
-Os mando el protocolo que el ministerio nos envió hace dos o tres semanas, cuando empezaron los primeros casos. A nosotros nos llamó mucho la atención y por eso lo marcamos en rojo.
-¿Al llegar de una zona de riesgo, «vida normal, en familia, con amigos y en el ámbito escolar y laboral»? -exclamé, incrédula.
-¡No nos lo podíamos creer! En el hospital protestamos muchísimo, pero nadie nos hizo caso. Igual que la manifestación del 8 de marzo, con toda Europa en contra, pero se permitió.
-No fue lo único -replicó Silvia-. También se permitieron las tractoradas del día 10 y algunos mítines políticos. Y después vinieron los partidos de fútbol, como el del Atlético de Madrid, que jugó en Liverpool.
-Y el 8M en Chile, México, Australia…
-Y aquí estamos ahora mismo -retomó la doctora M.-. Espero que cuando todo esto pase, se asuman responsabilidades.
-Lo que es un hecho es que la gente se está muriendo, y hay muchísimos enfermos graves -apuntó la enfermera del grupo.
-Aggg… En aquel momento, la pesadilla de los sanitarios avanzaba peligrosamente, aunque todavía quedaba por delante un viaje dantesco por los siniestros círculos del infierno. Lo llamaron «pandemia global».
-Tenemos que quedarnos en casa -dijo M.-. Es lo único que podemos hacer si queremos detener el contagio masivo.
-¿Es la única opción? -le pregunté.
-Lo que el Gobierno debería decirle a la población es que, si todos nos ponemos enfermos, no habrá recursos suficientes. Es lo que está pasando en Italia y ahora en Madrid. Las medidas se tomaron tarde y mal. Deberían haberse adoptado mucho antes. Pero no se ha dicho la verdad.
La verdad. ¿Quién sabía la verdad?, me pregunté. Y quienes la sabían, ¿por qué iban a compartir el bien más preciado con políticos, gestores públicos, medios de comunicación y ciudadanos? Tanto la verdad como la mentira son armas muy poderosas. Y en un planeta en estado de guerra no hay arma más peligrosa que la verdad.
DE LA NOCHE A LA MAÑANa
Todo sucedió muy rápido. El virus comenzó atacando la salud, para seguir con la economía y, finalmente, con el armazón político y nuestro modo de organización social. Nuestros valores y nuestras costumbres peligraban. El ayer dejó de existir. Parecía que nada volvería a la normalidad.
Era una situación extraordinaria, absolutamente nueva y desconcertante que noqueó a 7.800 millones de personas, que comenzaron a vivir pendientes de una entidad invisible pero mortal. En los medios de comunicación, el miedo sustituyó al análisis y a la investigación.
Las medidas que los Gobiernos de todas las naciones adoptaron transformaron nuestras vidas de la noche a la mañana. Primero prohibieron fiestas y celebraciones: las Fallas de Valencia, la Semana Santa, la Feria de Abril, los partidos de fútbol, las misas… A renglón seguido cerraron los hoteles y los bares. Luego cayeron las compañías aeronáuticas. El sector turístico, uno de los más florecientes tras la crisis de 2008, desapareció de un plumazo y, con él, nuestro ocio y nuestra diversión.
Nuevas compras de deuda, nuevos préstamos y rescates se avalarían con nuestro futuro y el de nuestros hijos. Una esclavitud sin límites amenazaba en el horizonte. Pero yo ya sabía que los sucesos geopolíticos no ocurren aislados; todos están interconectados, suceden en un contexto determinado y siguen unas fases temporales definidas. Si quería obtener un análisis certero de esta situación, no podía prescindir del contexto en el que se estaba produciendo. Después de tantos años estudiando y analizando el mundo actual -la globalización-, en mi opinión, el contexto estaba claro, y no era otro que la guerra.
Un enemigo invisible
Hay quien confía en los políticos; otros, en los mensajes que difunden los medios de comunicación; algunos, en los consejos de su cantante o actor favoritos. Yo no me fío de nadie. A lo largo de todos estos años he aprendido que detrás de lo que vemos hay otro mundo, también real, pero oculto, con sus propios intereses y sus modos de presionar a los gobernantes y a los ciudadanos para lograr sus propósitos. Ese mundo real e invisible lo forman seres con una psique distinta a la del resto de los mortales. Colaboran entre sí para volverse cada vez más poderosos, pero también pelean los unos contra los otros por ocupar el primer lugar en su ranking particular. Me estoy refiriendo al Poder con mayúsculas, ese que va más allá de lo imaginable y que se sirve de un arma fundamental: la mentira.
Hace diez años, en el libro que titulé 'Los amos del mundo están al acecho', escribí acerca de la utilización de las pandemias y del miedo irracional como estrategias para forzar cambios estructurales en las sociedades de todo el planeta. Esa fue la conclusión que obtuve tras la investigación exhaustiva desarrollada durante la llamada «pandemia» de la gripe A (2009-2010).
El objetivo esencial de lo que denominé la «táctica de la pandemia», combinada con otros mecanismos de presión y manipulación, es la imposición de una especie de gobierno mundial. ¿Cómo forzarías a los habitantes del planeta a aceptar una situación que, en principio, no están dispuestos a aceptar? Asustándoles. Atemorízales con un virus global que nos afecte a todos para conseguir que las mismas medidas se adopten en todos y cada uno de los países del mundo. Un arma invisible, imperceptible, que nos persiga en las calles, en los supermercados, en los conciertos, en los campos de fútbol y que termine forzando la instauración de determinadas medidas políticas y sociales.
Y así llegó la primera: todos los países del mundo declaran el Estado de Alarma. Entonces comienza el susurro torturador de unas extrañas sirenas que te hablan al oído las veinticuatro horas del día y te amenazan no solo con tu muerte, sino con la de tus seres queridos si te atreves a ir a sus casas, porque, según dicen, portas la muerte dentro de ti. Te prohíben pisar las calles, pararte a hablar con tu vecino, pasear por las playas de mares azules, ir al monte a coger setas, tumbarte sobre la hierba fresca, respirar profundamente y sentir el calor del sol en tu cara mientras cierras los ojos y permites que te envuelva una cálida sensación de libertad. ¿Libertad? Divino tesoro. Todo lo que suena a libertad se prohíbe en nombre de la vida. Pero no nos engañemos. ¡Nada de esto se ha hecho en nombre de la vida! Es el poder. Es el miedo, causado por un monstruo invisible, que se instala en tus entrañas.
Y entonces llegó la segunda medida: todo el mundo debe permanecer encerrado en su domicilio.
De repente, nos dimos cuenta de que lo más valioso que teníamos nos lo estaban arrebatando: las reuniones con amigos y familiares, nuestros trabajos, nuestro sustento… El negocio que Eva acaba de abrir con los ahorros que tanto le costó reunir se va al traste, e incluso la boda de Maru y la comunión de Victoria se cancelan. Juan ni siquiera pudo ir al funeral de su padre y a Marta le impidieron despedirse de su abuela. Pero ¿quién está causando tanto dolor? ¿Es necesario tomar estas medidas tan drásticas para «protegernos» de un enemigo que nadie ve?
El enemigo existe, sin duda, y es invisible. ¿Pero quién es el verdadero enemigo? Algunos hablaban de China, otros de Trump, había quien señalaba a los mercados. Pero yo me preguntaba: ¿por qué tanta insistencia en parar el mundo?
Y fue así, casi sin darnos cuenta, como nos convertimos en protagonistas de una película de terror".
La Rey Midas
La autora es una escritora y periodista sevillana que ha colaborado en la revista GQ, Cuatro Televisión y El Informador. Sus libros Hijos del cielo, Los planes del club Bilderberg para España o "Los amos del mundo están al acecho" también se han convertido en súper ventas. Su obra se tradujo en Rumania, Grecia, Estados Unidos, México y Portugal.