(viene de la página anterior)
cedida - cedida
tenido que reinventarse y buscar la fórmula para que sus niños aprendan, tarea que se les ha hecho difícil también porque los alumnos muchas veces viven en lugares alejados en los cuales los vehículos pueden llegar y donde el frío y la lluvia calan intensamente.
Una de las docentes que está viviendo en carne propia esta situación y que debe luchar contra estos pormenores es Vanesa Andrade (39 años), profesora de Educación General Básica que trabaja hace más de cuatro años en la Escuela Rural Huilma, ubicada en la comuna de Río Negro. Este es un establecimiento unidocente, por lo que le hace clases a un grupo de siete niños desde primero a sexto básico.
"Yo soy la que hago todo en la escuela, desde clases hasta el aseo. Con el asunto de la pandemia, la verdad es que ha sido bastante complicado el hecho de trabajar con ellos, porque no hay una conectividad que nos permita realizar una clase online. En las zonas rurales hay sectores que sí tienen buena señal, pero lamentablemente donde queda mi escuela no tienen internet o muy poco", reconoció la docente, quien agregó que puede apenas enviarles videos cortos a los apoderados para explicar cosas puntuales.
A raíz de esta situación ideó un plan remoto que consiste en ir a las casas de sus alumnos a dejarle las guías de trabajo, para que puedan tener una retroalimentación de lo que ellos ya conocen.
"Difícilmente uno puede pasar un contenido nuevo con los chicos en estos casos, ya que no hay una indicación para poder llegar al contenido que se debe estar aprendiendo según el curso que vayan. Por eso voy cada 15 días a dejarles guías de las cuatro asignaturas básicas: lenguaje, matemáticas, historia y ciencias, y un taller de música o arte", comenta la profesora rionegrina, quien agregó que de manera permanente llama por teléfono para cerciorarse de que sus alumnos estén trabajando.
Dijo que es fundamental que los papás o los abuelos de los niños recepcionen las guías el día que acuda a sus hogares para que les pueda hacer una inducción de lo que ellos tienen que desarrollar.
"Para mí es muy importante porque ellos son los portavoces para los niños de lo que yo les digo, porque por ejemplo tengo niños de primero y segundo básico que ya están leyendo o comprendiendo de a poco, pero es importante el compromiso de los apoderados en todo este proceso. Hay niños que nunca tuvieron formación preescolar y en primero básico llegan de cero", agrega.
Para movilizarse acude en su vehículo particular, aunque indica que llega hasta ciertos puntos porque en esta época el barro que se forma en los caminos producto de las lluvias impide el trayecto normal.
"Me voy en mi auto y llego hasta cierta parte, porque hay caminos que no me da llegar porque son angostitos, entonces luego de eso camino hacia adentro o le digo a los apoderados que nos encontremos en determinada parte. A veces también me ha tocado que como son abuelitas yo llego hasta las casas. Es lo mismo que pasa con la alimentación de la Junaeb, es imposible que los apoderados vayan a la escuela a buscar su canasta de alimentos", comenta Vanesa Andrade, quien independiente de las dificultades que existen, está feliz de seguir apoyando y enseñándole a sus alumnos.
Sacrificio
Alejandro Melendre de 36 años es el sostenedor de la Escuela Nueva Esperanza, camino a Purralhue de Río Bueno, que se ubica hacia la cordillera cerca del cordón El Caulle.
Comenta el profesor que trabaja en la escuela hace cinco años aproximadamente, pero pasó a ser el sostenedor hace unos tres, por lo que ahora es una escuela particular subvencionada.
Melendre comenta que "tengo 10 alumnos y soy unidocente, pero trabajo con un asistente con niños de 6 a 11 años".
Agrega que el tema de la conectividad es complicado, porque el internet no tiene buena señal e incluso se deben buscar lugares estratégicos en el campo como para poder conectarse, por lo que las clases online son imposible de realizar.
"Además las familias campesinas son de escasos recursos, por lo que tampoco cuentan con la tecnología, entonces lo que se hace es entregarles guías a los chicos semana por medio junto con la canastas que se les entregan personalmente en los domicilios. La movilización para ellos también es complicada, porque la mayoría no tiene vehículos y el invierno es crudo en esta zona debido a lluvia, frío y nieve", explica.
El alumno que vive más lejos está a 15 kilómetros y los otros más cerca, e indica que producto de las inclemencias del tiempo prefiere él entregarle a los niños sus guías y alimentación y así evitar que sean ellos los que vayan a la escuela.
"El invierno es muy complicado y cuesta mucho acostumbrarse al frio, porque además hay nieve y es complicado salir a entregar el material ya que es necesario abrir trancas, meterse en el barro y muchas veces uno queda pegado con el vehículo. Pero hay que hacerlo no más, por el bienestar de los niños", indica.
El otro tema complicado es que muchas los niños que van a escuela no viven con los papás sino con los abuelos y dada esta situación. Antiguamente la educación de las personas mayores era escasa o nula, entonces hay que lidiar con el tema del analfabetismo y de qué manera pueden apoyar a los alumnos.
"Hay que buscar cómo pueden ayudar a los niños, porque la verdad es que muchos no pueden. Yo tengo que hacer visitas domiciliarias a}
alumnos tiene en la Escuela de Huilma, la docente rionegrina Vanesa Andrade 39 años.
alumnos tiene en la escuela Nueva Esperanza el profesor Alejandro Melendre de 36 años.