Un llamado a la prudencia
Es necesario que quienes se desplazan en vehículo lo hagan extremando precauciones, para evitar accidentes, dada la emergencia sanitaria que vive el país. Los esfuerzos sanitarios deben estar puestos en la recuperación de quienes sufren cuadros graves de coronavirus, y no en atender a heridos en accidentes de tránsito, que casi en su totalidad, podrían haberse evitado.
Hace algunos días, un estudio del Ministerio de Transportes daba cuenta del aumento en las velocidades de desplazamiento de los vehículos en el área urbana, luego de la llegada del coronavirus a Chile y el inicio de los confinamientos, obligatorios o voluntarios, de la población. El fenómeno se explicaba porque al haber menor cantidad de automóviles y personas circulando en las calles, los conductores tendían a desplazarse a velocidades más altas.
Lo más preocupante de los datos que aportaba la investigación, cuyos números indicaban aumentos considerables en las velocidades promedio en las regiones del país, era que la menor cantidad de vehículos en las calles no redundó en una menor accidentabilidad, por el contrario, en varias regiones aumentó.
Este fenómeno no es desconocido para la capital provincial, donde el exceso de velocidad en algunas arterias de la ciudad es evidente a ciertas horas del día, a lo que se debe agregar una serie de otras irresponsabilidades cometidas por un número no menor de conductores, como el manejo no atento a las condiciones del tránsito, principalmente por la revisión del teléfono celular, o bien derechamente a causa de imprudencias, como no respetar la señalética vial.
Por ello, cuando el país atraviesa la crisis sanitaria más grande de los últimos cien años a causa de una pandemia por un virus cuya transmisión eleva el número de contagios de forma drástica día a día, provocando, desafortunadamente, la muerte de muchas de personas, se hace más que nunca un deber ciudadano respetar las normas del tránsito.
Con ello, además de proteger la vida propia y la de los demás, se estará ayudando a poner todos los esfuerzos sanitarios en la recuperación de las personas que necesitan hospitalización para superar los cuadros graves de coronavirus, y no en atender a heridos en accidentes de tránsito, los que casi en su totalidad, siempre podrían evitarse.