Frente a realidades tan disímiles en el país es difícil retomar las actividades laborales y productivas. Los anuncios que ha dado el gobierno la última semana, con recomendaciones para la apertura del comercio, la vuelta a clases y el regreso al trabajo de los funcionarios públicos, nos hace reflexionar sobre la nueva normalidad y sobretodo como lo planteo el Presidente Piñera en cadena nacional.
La gradualidad implica mucha responsabilidad, estableciendo instructivos rigurosos y con involucramiento activo de la comunidad organizada. No resulta del todo consistente tener comités de expertos y/o asesores que desconozcan las medidas, generando la sensación de un restablecimiento de la cotidianidad con medidas poco planificadas que puedan poner en riesgo la salud de las personas. Hemos aprendido que la pandemia no discrimina entre países ricos y pobres, pequeños o grandes. Los países desarrollados han visto colapsados sus sistemas de salud y de protección social.
Tampoco podemos desconocer que la crisis ha puesto en evidencia la desprotección que muchas personas viven, si bien, la pandemia no discrimina, los segmentos menos favorecidos son los que viven las peores consecuencias: confinamiento en espacios reducidos, la informalidad laboral que afecta gravemente los ingresos familiares o en el acceso y cobertura a internet que viven muchos estudiantes para las clases online.
La economía es una preocupación latente en todo el mundo, y en Chile no es la excepción, reactivarla exige esfuerzos donde deben protegerse los derechos de todas las personas a la vida y salud, y en ello, las empresas e instituciones públicas y privadas pueden contribuir a una acción coordinada, gradual y responsable. El modelo de desarrollo del país sigue en entredicho, su fragilidad en tiempos de crisis sanitaria implica, mejorar la focalización y financiamiento al sistema de salud, mejorar el sistema de protección social en apoyo a las familias y grupos más vulnerables, y establecer medidas para la recuperación social y económica que exigirá nuevas formas de relacionarnos.
En la nueva normalidad es esencial gestionar los riesgos de manera premeditada, lo que implica que existan medidas preventivas en los lugares de trabajo, los establecimientos educacionales y en todos aquellos lugares donde asistan grupos de personas. Los que lideramos instituciones debemos asegurar las condiciones de seguridad para todos y todas que hacen posible el desarrollo de nuestras instituciones.
Óscar Garrido, rector de la Universidad de Los Lagos