Hermanos queilinos salvan de la muerte luego de naufragar en el golfo de Penas
CHILOÉ. Tres días estuvieron abandonados los jóvenes hasta que fueron rescatados por un barco que pasaba por el sector.
Dos hermanos queilinos lograron salvar de la muerte en un dramático naufragio en el golfo de Penas, en la Región de Aysén, que los mantuvo 3 días abandonados hasta que fueron rescatados por un barco que pasaba por el sector.
Se trata de los buzos Francisco y Juan Eduardo Teca, de 28 y 27 años, respectivamente, quienes viven hace más de una década en Puerto Natales, Magallanes, a donde emigraron buscando trabajo.
Ellos vinieron a la Región de Los Lagos para comprar una embarcación en Calbuco, la Andrea, de matrícula número 4.126. Estuvieron en Queilen, donde residen familiares, y ya el 23 zarparon hacia la zona austral del país desde Quellón. Dos días después, naufragaron en el sector de Bahía Cliff, en la vecina región.
"Llevábamos la embarcación que viajamos a comprar para Natales, para trabajarla allá y en el trayecto nos falló la máquina, una panne de bomba inyectora y no había mucho que hacer porque íbamos harto a medio, a 15 millas de la costa, así que tratamos que no nos llevara el oleaje para más adentro o salir a un barranco, lo cual habría sido fatal", comparte Francisco Javier Teca.
Eran las 14 horas del miércoles 25 y los hermanos Teca luchaban para lograr navegar entre olas que alcanzaban los 5 metros.
Como pudieron, los chilotes se las ingeniaron para hacer una improvisada vela -"a lo MacGiver", dicen- con la tela de un saco de dormir. Con ello lograron direccionar su lancha hacia tierra, evitando varios acantilados que los esperaban en la dirección a la que los llevaba el viento. A las 6 de la tarde lograron encallarla entre algunos roqueríos.
"Con el mismo viento que soplaba para ese lado pudimos usar la vela y apuntar entre las rocas, estuvimos dos días mal, aguantándonos con frío, mojados, con hambre, pero después logramos sacar algunas tablas de la lancha y armar algo para guarecernos del agua", enfatiza el joven.
A la vez, los isleños retiraron de la malograda nave algunos alimentos para sobrevivir, entre ellos lentejas, avena y miel que llevaban a Puerto Natales. "Podíamos haber comido avena tostada y agua con miel para que nos mantenga con energía", confiesa la fuente.
Francisco recuerda que esta es la segunda vez que junto a su hermano naufragan en la Patagonia. La vez pasada fueron 9 días hasta el rescate, reconociendo que "pensamos que íbamos a morir esta vez, pero algo nos llevó al lugar donde teníamos que hacer tierra, para salvarnos".
Rescate
Cuando el barco Ronia Diamond atendió al llamado de socorro de los náufragos, por señal radial VHF, y este fue a su rescate, los hermanos Teca nuevamente debieron improvisar para llegar al navío, ya que por el calado no se podía acercar. La motonave recibió el mensaje a las 8.40 horas del sábado 28.
"Juntamos boyas, plumavit y otras cosas, busqué un traje de buceo con aletas, me lo puse y subí a mi hermano arriba, más una mochila y así salimos hasta donde estaba el zódiac y pudimos salvarnos", suma Francisco.
"Nosotros estamos acostumbrados a navegar en estas aguas difíciles", reconoce el buzo queilino, aunque sabe que "está salvada no la contamos dos veces, pero hay uno que nos cuida desde arriba, por eso hemos tenido esta suerte".
Ambos hombres de mar, si bien están radicados ya hace 12 años en Puerto Natales, viajan constantemente a su natal Queilen, donde viven sus padres. "Vamos a ver a mis viejos, que viven solos allá", asevera Francisco, quien ayer llegó con su hermano a Puerto Montt, tras dos días de viaje en el Ronia Diamond.
Los chilotes permanecen en la capital regional a la espera de poder volar hacia Magallanes.