Reducción de jornada laboral
"No importa si estás en la China, Colombia, Perú o Chile, siempre te van a tildar de flojo desde el punto de vista del empresario o de quien poco conoce de esfuerzo o más bien nunca le ha tocado partir de abajo. Siempre te dirán lo mismo, realizarán encuestas y las mostrarán en los medios de comunicación haciéndote sentir culpable y flojo, flojo, sí, que flojo eres".
Esto lo descubrí hace tiempo un par de años atrás viendo en un canal español un noticiario que sorprendentemente decía "los españoles son campeones mundiales en dar la vuelta en sus trabajos", y me dije a mí misma, ¿qué acaso ese puesto no era de los chilenos? Tomar un café, ir al baño a lavarse la cara, ver un ratito tu teléfono no es otra forma más que un margen de autocuidado que haces en tu trabajo para despejar la mente, pues no hay cabeza que aguante estar una hora pegado al computador sacando cifras, haciendo diagnósticos.
La cabeza se cansa y una manera de refrescarla para continuar con tu labor es dando una vuelta a lo que te guste hacer. Dar la vuelta no es un pecado a no ser que estés media hora haciendo lo que describía antes, así como tampoco lo es ser zapatilla de clavos, es de decir, aquellos que se van corriendo cuando toca la hora de irse (querer ver a tus hijos, ir al cine, un parque, es parte de tu naturaleza, somos humanos). La pregunta que debemos hacernos es si nuestro jefe, está pensando en el bienestar de sus trabajadores o sólo le importa cumplir con las metas. ¿Somos felices donde estamos marcando el paso?
Marisol Pulgar Mendoza
Atención en ServiEstado
En las largas filas del ServiEstado en calle Ramírez de Osorno, habitualmente hay varias cajas cerradas (trabajan a media máquina). El último jueves, pasadas las 14 horas y cuando ya llevábamos más de media hora de espera, llega un hombrecito, con tenida de estación de servicio, y hablando dificultosamente se dirige al guardia. Este, al parecer, para no hacerse problema, lo hace pasar por el lado, directamente a caja, pasando por alto el respeto a toda la clientela, que esperaba hace mucho rato.
Si era un minusválido, es muy riesgoso que pueda girar sólo, sería recomendable que fuera acompañado. Y si estaba bajo la influencia del alcohol (dificultad para hablar), con mayor razón resulta irresponsable permitirle girar dinero en efectivo, que quizás, qué suerte, mala fortuna, tendría para el pobre hombrecito.
Eduardo Romero G.
11 de septiembre
Han transcurrido 46 años desde que las fuerzas militares y de orden nos salvaron de caer en las garras del comunismo internacional y comenzamos con el gobierno militar, para la mayoría de los chilenos y la dictadura, para la ex Unidad Popular, con un golpe que sin lugar a dudas fue un golpe y knockout absoluto, el primero que se le propinó al comunismo internacional con sus dictaduras y cientos de millones de víctimas.
Esto no lo van a perdonar jamás los compañeros. Y ya lo dijo el general Pinochet, no se olviden que el comunismo no ha muerto, y qué razón tenía. Y como los tiempos han cambiado, los compañeros y compañeras diputados y senadores disfrutan ahora de la maldita democracia, con sus suculentos sueldos y granjerías, apoyados por los demás congresales de la oposición, salvo algunas excepciones, y con la platita de todos los chilenos.
Carlos Heufemann Balde
Tratos del personal médico
Deseo expresar mi más sincero agradecimiento al doctor Ricardo Oyarzún, que el 19 de julio pasado me atendió en la guardia, cuando ingresé con una fractura en el tobillo derecho, siendo atendida rápidamente por este especialista en traumatología. Destaco también su gran humanidad, ya que me visitó dos veces en la sala, y su gran empatía con los pacientes, lo cual agradezco infinitamente.Destaco, además, la atención recibida en la Clínica Alemana por el doctor Pablo Larraguibel y su gran equipo de profesionales el 26 de julio. En cada centro hospitalario o clínica debiese estar esta clase de profesionales, ya que fuera de su formación profesional, hay una formación humana, la cual no se debe olvidar a través del tiempo y el juramento de servir al prójimo con humanidad.
Agradezco al anestesista Cristian, a la paramédico Ruth y a todos aquellos que de una forma u otra me prestaron sus servicios en aquel momento de mi enfermedad, no así a la enfermera jefe del Hospital de Osorno, que estaba más preocupada de la camisa de dormir que pertenecía al Servicio del Hospital que podía perderse y que quería mandarme desnuda a la clínica, envuelta en una frazada. Creo que deberían tener más tino con las personas mayores, ya que yo tengo 70 años y todavía, gracias a Dios, cuento con mis sentidos buenos, pues yo estaba operada del pie y no de la cabeza.
Ojalá esto sirva para que a futuro cambien el trato con los pacientes, ya que con el tiempo también serán adultos mayores.
Nora Gómez Allende