Yen el dos mil también… Que siempre ha habido chorros maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos… Hoy resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que seas cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. Que falta de respeto, que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…
Sin duda, cuando Enrique Santos Discépolo compuso "Cambalache" jamás imaginó que aún en el siglo 21 sería "tan actual". ¿Genio, agorero, sabio, simple casualidad? ¿Acaso ya sabía lo que sería la República de Argentina en el año 2019?
¿Argentina? ¡Gran país! Culto, rico, entretenido, educado, sabroso, encantador, "europeo", esos descendientes de Italia han logrado darle el toque de glamour a este rincón del nativo sur de América, ese saber vivir que tantos envidian, ese saber estar.
¿Estar? ¿En que están nuestros hermanos argentinos hoy día? No es por pelar, pero ¿qué diantre le pasó a nuestros vecinos?
Por supuesto, no es uno quién; pero no hay que ser iluminado ni muy entendido en política para darse cuenta que algo está pasando para que un gran país insista en darle el voto a personas no sólo con prontuario, sino con reconocida malas artes en política.
¿Política? Sin duda, la política es la gestión pacífica de los conflictos, de las alianzas y de las relaciones de fuerza, por lo tanto, es el arte de vivir juntos en una misma ciudad y en un mismo Estado, y aquí entre nos, el estado en que el gobierno anterior dejó a ese país no sólo es deplorable, es peligroso.
¿Peligroso?, tal vez más que peligroso, el voto argentino y sus consecuencias en la región no es un "despliegue de maldad", sino de ignorancia y flojera, una actitud muy común en nuestro tiempo, actitud que puede "herir como un sable y ser testigos de ver llorar la Biblia contra un bandoneón". Aquí entre nos, entre Biblias y bandoneones, ¿será que seguimos dando perlas a los cerdos?… ¿Usted qué cree?
Vivian Arend