Baja cobertura de educación parvularia complica a las familias de zonas rurales
PROVINCIA. Actualmente deben postular a programas desarrollados por la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), los que tienen pocos cupos y no están en todos los sectores. Dirigentes y padres dicen sentirse marginados y solicitan ampliar la oferta para niño de prebásica que viven en el campo.
Una de las mayores disparidades entre las zonas urbanas y rurales es el acceso a la educación parvularia. En la ciudad, la oferta de jardines infantiles y salas cuna es amplia y variada, mientras que en los campos la baja cobertura de recintos enfocados en aprendizaje y cuidado de los menores, entre 0 y 5 años, es una complicación que enfrentan por años padres, apoderados y dirigentes vecinales.
Si bien hay sectores donde las comunidades en unión con la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) han implementado exitosamente iniciativas como el Programa de Mejoramiento de Atención a la Infancia (PMI) o los Centros Educativos y Culturales de la Infancia (Ceci), no resultan suficientes para satisfacer la demanda existente.
Adicionalmente, algunas escuelas municipales rurales cuentan con la posibilidad de que los niños de 4 años asistan como oyentes junto a los niños que cursan kínder, a partir de los 5 años, que es cuando parte el ciclo de educación obligatoria que considera la enseñanza básica y media completa.
En la comuna hay más de 800 menores entre 0 y 5 años que viven en las zonas rurales, mientras que en la provincia la cifra supera los 2.800, según datos del Censo de Población y Vivienda 2017, de los cuales sólo algunos tienen la oportunidad de recibir educación parvularia en el entorno donde viven.
En otros casos, las familias hacen grandes esfuerzos económicos para trasladar diariamente a los menores hasta los establecimientos ubicados en zonas urbanas, viendo afectada su calidad de vida y la economía del hogar; o simplemente ingresan al sistema escolar directamente en primero básico.
Según dirigentes y vecinos de las áreas rurales, es necesario trabajar en conjunto con las autoridades para encontrar soluciones que permitan disminuir la desventaja en que se encuentran los niños más pequeños de los sectores rurales, cuyo aprendizaje y socialización con sus pares debe ser asumido íntegramente por su entorno familiar y no por opción, sino por imposición del sistema.
La educación rural es un problema que, según expertos y profesionales de la educación, no ha sido abordado en la reforma educacional, generando consecuencias asociadas a la disminución de las matrículas e, incluso, el cierre de las escuelas básicas emplazadas en los campos, lo que contribuye a fomentar la migración de muchas familias a la ciudad.
Buena voluntad
Las comunidades rurales son las que, a través de organizaciones territoriales o funcionales, deben solicitar la implementación de los distintos programas que la Junji mantiene para las zonas campestres.
Para ello, deben desarrollar un proyecto y contar con un espacio físico, para albergar de forma segura y confortable a los niños.
Marcela Licán, dirigenta vecinal del sector Tacamó, explicó que a fines de 2018 la comunidad del sector ingresó el proyecto para habilitar un Programa de Mejoramiento de Atención a la Infancia (PMI), que beneficiará a 10 niños de entre 2 y 5 años del sector.
"La verdad, todo este proceso es muy complejo y aún estamos a la espera de la respuesta de cuándo podremos contar con los fondos del programa para habilitar la sede social como un jardín infantil. De resultar positivo, los niños podrán estar de lunes a viernes, entre las 8 y las 15.30 horas", señaló la dirigenta.
Precisamente, la infraestructura es una de las mayores dificultades a la hora de habilitar programas parvularios, ya que son pocos los espacios que entregan condiciones adecuadas o bien su habilitación tiene un costo inaccesible a los fondos asociados a la iniciativa.
"La educación parvularia en zonas rurales está casi en tierra de nadie, porque depende de muchas buenas voluntades y golpear puertas. Nos sentimos discriminados, porque en la zona urbana se construyen grandes jardines con fondos públicos y también están las opciones privadas, pero en las áreas rurales parece que eom de la 'igualdad de oportunidades' no les corre para nuestros niños", comentó Licán.
Aumentar la cobertura
En el sector de Pichidamas nació en 2011 una agrupación de madres que, junto a los dirigentes del sector, logró habilitar en la escuela rural Los Abedules, un espacio para que niños entre 2 y 5 años puedan acceder a la educación parvularia, según los estándares Junji.
Actualmente la matrícula es de 12 niños, quienes están entre las 8.30 y 14.30 horas en el lugar, donde son atendidos y supervisados por agentes comunitarios que capacita el Estado para apoyar la labor docente, sumado a un técnico en educación parvularia, entre otros.
Nelly Huala, vecina del sector y agente comunitaria de los párvulos, explicó que con los niños se trabaja en distintas áreas, apoyándolos para el desarrollo emocional, físico y afectivo en la primera etapa de sus vidas.
"Estos programas son un beneficio para los niños y un gran apoyo para los padres, principalmente para quienes deben trabajar. Año a año luchamos para mantener este programa, ya que siempre están naciendo o llegando más niños. Actualmente tenemos lista de espera, pero no podemos ampliar la cobertura por un tema de espacio físico", dijo Huala.
Explicó que la burocracia es un tema que dificulta enormemente ampliar la prestación a sectores que no cuentan con ningún programa Junji, "la idea es igualar la educación parvularia en las zonas rurales con la oferta en el área urbana, donde la diferencia parte por la infraestructura, que se construye especialmente para los párvulos", dijo.
Petición
La presidenta de Unión de Juntas de Vecinos Rurales, Mirta González, explicó que habilitar los distintos programas Junji toma bastante tiempo y se debe estar renovando año a año, basado en distintas mediciones, lo que también es una constante preocupación, ya que no se asegura la continuidad.
"Uno de los problemas es que la educación municipal que administra las escuelas y los programas estatales, no son compatibles. Entonces, también eso termina entorpeciendo la habilitación de soluciones para los niños más pequeños de nuestros campos", sostuvo la dirigenta.
Agregó que lo ideal sería aprovechar la infraestructura existente en las escuelas ubicadas en los sectores, que ofrecen condiciones para entregar cobertura parvularia. Ello evitaría tener que estar utilizando las sedes sociales.
"Lamentablemente, muchos niños se deben quedar en la casa con sus papás o abuelos, que hacen sus mejores esfuerzos para fortalecer la enseñanza y que no lleguen a primero básico en cero. Esto marca mucho la diferencia y eso lo hemos manifestado por años, porque nuestros niños están entrando directo a primero básico, donde enfrentan problemas de convivencia entre pares y eso puede ser muy perjudicial", dijo Mirta González.
La directiva de la Unión Rural se reunió la semana pasada con las autoridades comunales, donde plantearon nuevamente la problemática y están a la espera de la propuesta de apoyo municipal al respecto.
Programas exitosos
Actualmente la Junji desarrolla programas enfocados en la educación parvularia para niños de los sectores de Cancura, Pichil, Pichidamas y Forrahue, entre otros.
Los programas están mayormente enfocados a menores de 6 años que vivan en zonas rurales y que pertenezcan al 60% más vulnerable, según la calificación del Registro Social de Hogares.
Los cupos máximos de cada uno de ellos no supera los 30 niños, lo que depende de la infraestructura, que en su mayoría permite dar cobertura a la mitad de ellos.
Este medio intentó en reiteradas ocasiones comunicarse con el director regional de la Junji, Eduardo Hernández, pero no fue posible obtener una versión sobre el tema.
"La educación parvularia en zonas rurales está casi en tierra de nadie, porque depende de muchas buenas voluntades y golpear puertas".
Marcela Licán, Dirigenta vecinal de Tacamó
"Lamentablemente muchos niños se deben quedar en la casa con sus papás o abuelos, que hacen sus mejores esfuerzos para fortalecer la enseñanza".
Mirta González, Presidenta Unión Vecinal Rural
2017 se aplicó el censo en todo el país, que entregó como resultado que en los sectores rurales de la provincia la población entre 0 y 5 años supera los 2.800 menores.
12 niños de entre 2 y 5 años que viven en el sector rural de Pichidamas son beneficiarios del Programa de Centros Educativos y Culturales de la Infancia (Ceci), que se desarrolla en la localidad.
2013 se incorporó a la educación obligatoria el nivel prebásico de kínder, sumándose a la educación básica y media que debe ser proporcionada por el Estado a los niños que viven en Chile.