Chile ha firmado más de 50 tratados de libre comercio y convenios comerciales, abriendo las puertas a las economías de casi 100 países en todo el mundo, con 4 mil 200 millones de potenciales consumidores en los cinco continentes; con el fin de que los emprendedores y empresas chilenas puedan ofrecer productos y servicios nacionales.

Nuestra marca país está relacionada internacionalmente al cobre, al vino, a algunas frutas y al salmón. Pero en el último tiempo, productores asociados de paltas, arándanos y cerezas hicieron un esfuerzo mancomunado desde cada uno de sus rubros para posicionar su producción en los mercados globales más exigentes. En pocos años, han logrado que en China, una cereza chilena sea tan apetecida como para esperar horas en una fila, y pagar importantes montos por vivir esa experiencia, la cual supo llegar a los consumidores que la valoran.

Ahora bien, China y México son los principales compradores de lácteos globales, con los cuales mantenemos tratados comerciales vigentes, libres de aranceles. A su vez, mirando nuestros campos y las condiciones propias de nuestro sur, sabemos a ciencia cierta que producimos una de las mejores leches del mundo. Pero hasta el momento, la marca "Chile" no ha sido utilizada para la comercialización de lácteos nacionales, y muchos menos caracterizarla y diferenciarla por área geográfica.

Esta es la gran oportunidad que los productores hoy están buscando capitalizar, mediante la búsqueda de estos mercados, concretando una marca sectorial para la leche chilena, un sello de origen para la leche del sur, y trabajando en nuevos productos que puedan conquistar los paladares más exigentes, con un alto componente de valor agregado e identidad local.

Como dice el dicho, "si quiere ir rápido, anda solo. Si quieres ir lejos, ve acompañado": el recorrido para que todo el mundo conozca los productos lácteos chilenos, y como ya nos han demostrado otros rubros, debe ser transitado asociativamente, y desde Aproleche estamos trabajando bajo el PTI lechero con el Ministerio de Agricultura, Prochile, Corfi, grupos comerciales y las asociaciones gremiales, para aprovechar todo el prestigio que goza la marca Chile en los mercados internacionales.

Marcos Winkler, presidente

de Aproleche Osorno

Aunque desde hace varios años que el planeta viene resintiendo los efectos de la contaminación ambiental, que se disparó luego de la Revolución Industrial en el siglo XIX, han sido las elocuentes imágenes del plástico en los océanos las que han comenzado a sensibilizar a una mayoría de la población que lentamente toma conciencia del daño o beneficio que puede provocar, según sea el caso, en la gran casa en que habita la humanidad. Y en un país como Chile, con miles de kilómetros de costa de norte a sur, este tema se ha convertido en una creciente preocupación, al punto que varios municipios, primero, y luego el país en su conjunto, han adoptado normativas que apuntan a restringir el uso de las bolsas de plástico en el comercio. La consigna es una sola: evitar el uso de plástico por parte de las personas para que no llegue finalmente a ríos, lagos y mares.

Por sus mayores capacidades para aprender y su flexibilidad en la adopción de hábitos y costumbres, los niños son actores fundamentales para corregir el rumbo avasallador con el medio ambiente que ha tenido la humanidad desde que se inventó la máquina a vapor. Son ellos, desde sus familias y escuelas, quienes están y estarán en condiciones de reparar el daño causado por las generaciones anteriores. Y por eso es que la educación medioambiental en las aulas educativas, incluso desde el nivel preescolar, constituye una herramienta fundamental para la formación de ciudadanos responsables con su entorno y conscientes de que la sustentabilidad comienza con las propias actitudes personales.

En este sentido, el programa de certificación ambiental que impulsa el Ministerio de Medio Ambiente en los colegios, y que a nivel provincial ya está impactando en los colegios, es una herramienta absolutamente pertinente para, en lo que le compete, contribuir a la protección del entorno. Hasta ahora, ya hay 34 establecimientos educacionales en la zona que cuentan con la certificación, número que ojalá, con el compromiso de los equipos directivos, cuerpos docentes y alumnado, continúe incrementándose en los próximos años a un ritmo más acelerado.