Osorno, una ciudad con una reconocida experiencia en el fútbol profesional desde la década de los 80, y una de las mejores plazas del país para el desarrollo del básquetbol rentado, está viviendo por estos días la antítesis de lo que ha sido su rica historia de los últimos años. Por un lado, el cuadro de Provincial Osorno, hoy en el fútbol amateur luego de un fugaz renacer que lo llevó a la categoría profesional (Segunda División), ha tenido que ajustar a la baja su presupuesto anual para hacerse cargo de las deudas con los jugadores y anterior cuerpo técnico. Y Osorno Básquetbol, el club que se había ganado un cupo en la Liga Nacional de Básquetbol y que hace sólo dos temporadas llegó a disputar la final absoluta, fue desafiliado a comienzos de este mes, como castigo por la no presentación y presentación parcial de su plantel profesional, respectivamente, en una fecha doble ante Ancud y Castro.
Podrían esgrimirse muchas razones para este complejo presente. Que los tiempos han cambiado y la gente prefiere el divertimento en el living de su casa; que ya no están los mecenas de antes, dispuestos a meterse la mano al bolsillo para traer jugadores de fuste; que los dirigentes no supieron capitalizar los momentos de gloria; que el cortoplacismo ha liquidado los procesos deportivos. Puede ser una, pueden ser todas, o incluso más, pero sea lo que sea, el saldo final es que Osorno ha quedado en una desmejorada posición.
Es extraño que una ciudad de su tamaño y condición económica, con una actividad agrícola pujante y crecientes niveles de calidad de vida, no diga presente en el fútbol profesional y en el básquetbol rentado, a la sazón las dos principales disciplinas deportivas en el país. Ni el municipio, ni las empresas afincadas en la zona, ni los dirigentes, ni los hinchas, han sido capaces de levantar y apoyar proyectos deportivos profesionales que vayan más allá del resultado del fin de semana.
Valdivia, ciudad frecuentemente comparada con la tierra de la leche y la carne por historia y cercanía, tiene un equipo en el fútbol profesional y dos en el básquetbol rentado. Osorno, nada. Es un dato suficientemente claro que debería movilizar a muchos.