A 100 años del Manifiesto de Córdoba
"El llamado es a liderar críticamente el desarrollo de la universidad del futuro"
En el año 1918, en el mes de junio en la ciudad de Córdoba en Argentina, se publicó el Manifiesto de Córdoba, hecho histórico que funda una nueva universidad latinoamericana y que marca el inicio de la lucha social que se proyecta más allá de sólo una reivindicación de derechos de estudiantes universitarios. Es por ello que su aniversario nos invita a reflexionar en torno a sus demandas y la marca que un grupo de jóvenes influenciados por las ideas de cambio lograron permear la sociedad argentina e influenciar en movimientos universitarios y sociales en Latinoamérica.
El manifiesto plantea una fuerte crítica a las convenciones y prácticas de una universidad elitista, conservadora y autoritaria, siendo sus principales postulados la autonomía estudiantil, la libertad de cátedra y la educación laica, con un fuerte cuestionamiento a la autoridad existente, la forma de enseñanza y las anacrónicas prácticas docentes.
El hito que marca el desarrollo de la universidad latinoamericana permitió una nueva mirada en cómo se desarrollaba la universidad, que al menos puede graficarse en cuatro temas relevantes: 1) permitió abrir la universidad a los alumnos excluidos por su origen o posición social, arrancando la condición elitista de su alumnado; 2) permitió el acceso a la academia a nuevos profesionales e intelectuales, rompiendo las viejas prácticas de cargos vitalicios; 3) permitió abrir la participación estudiantil en el gobierno universitario; y 4) permitió vincular a la universidad con las necesidades reales de la sociedad por medio de la extensión y la vinculación con su entorno.
El desafío como universidad estatal a 100 años de la reforma de Córdoba, en un sistema universitario que se hace cada vez más complejo, es avanzar en integración y cooperación en un contexto de profundos cambios sociales y culturales. El llamado es a liderar críticamente el desarrollo de la universidad del futuro frente a la fuerte diversificación, segmentación y heterogeneidad de las instituciones de educación superior, la escasa articulación entre la educación superior universitaria y no universitaria, la necesaria flexibilidad, innovación y actualización de los diseños curriculares, la rigidez de los modelos organizativos y en las estructuras de gestión académica, los lineamientos de las políticas nacionales, y el escaso gasto público en investigación para el desarrollo.
Óscar Garrido Álvarez, rector
de la Universidad de Los Lagos