Chile es el único país del mundo que, por ley, obliga la tipificación de la carne bovina. En otros países la tipificación es referencial, aunque los parámetros determinan la calidad: color del músculo, conformación, tamaño del lomo, etc. En Chile se aplica sólo un parámetro que no determina calidad, porque el sistema únicamente mide el grosor de la cobertura de grasa y no aplica los parámetros adecuados. Entonces, la carne "V" no es necesariamente mejor que la "C", ni la "U", ya que éstas se determinan en la clasificación y están referidas a la edad del animal y no a la calidad de la carne.
Frente a cualquier medida obligatoria es esencial la implementación de fiscalización eficaz "in situ" y establecer penas altas por incumplimientos; de lo contrario, la "ley nace con trampa", lo que ocurre ya por 20 años. En un corte de carne es imposible verificar si es "V", "C" o "U", ya que corresponde a la edad del animal, determinada en función de su cronometría dentaria, que no es exacta, como la demostró un estudio de la UC.
El servicio fiscalizador no está capacitado para inspeccionar. Es decir, se pueden pasar "gato por liebre" sin riesgos, ni multas.
Hoy, el 60 % de la carne que se consume es importada, proveniente de zonas tropicales con razas de baja precocidad (animales adultos tipificados como "V") y alrededor del 50% de la carne chilena proviene de animales "U" (adultos). ¿La ciudadanía tiene certeza que la tipificación se aplica? ¡Claro que no! ¿Vista gorda?
Estas son las razones que nos ha generado la convicción de la necesidad de derogar la obligatoriedad de la tipificación, dejarla como oficial (20 años sin fiscalizar) y permitir el desarrollo de sistemas de tipificación particulares, que compitan entre sí, destacando sus aptitudes, en función de un marco regulatorio establecido. Incomprensibles son las razones que puedan tener algunos gremios de productores que siguen defendiendo el peor sistema de tipificación del mundo y al único obligatorio, en circunstancias que el fraude permanente de la tipificación perjudica a sus representados y a la ganadería chilena.
Harry Jürgensen Caesar, presidente
de la Corporación de la Carne