Destinan $80 millones para nueva casa del hogar de adultos mayores
RECURSOS. Si bien la institución es privada y sin fines de lucro, el nuevo inmueble es un proyecto municipal para albergar a los ocho usuarios que cuenta actualmente.
Ocho son los adultos mayores de alta vulnerabilidad social, económica y de salud que alberga el hogar "Devolvamos la Mano" en Río Negro. Son cuatro damas y cuatro varones que hicieron noticia con el cambio de casa este 8 de agosto, apurados por la crudeza de este invierno donde se sumaron las goteras.
Hoy se alojan transitoriamente en el internado del Liceo José Toribio Medina y allí permanecerán por lo menos durante cuatro meses, mientras se construye la casa nueva, un proyecto municipal que costará $80 millones.
El hogar cuenta con su resolución sanitaria como lo exige la ley y es una iniciativa privada sin fines de lucro que da respuesta desde hace 17 años a una necesidad presente en Río Negro, ya que no todas las personas mayores gozan de una red familiar activa, sino que existen casos de abandono y negligencia.
Beneficiados
En ese sentido dicha institución cumple un rol muy activo proporcionando el beneficio de la vida a sus usuarios cada uno con una historia parecida plena de dificultades, descubierta justo a tiempo por el grupo de voluntarias que lo administra.
Uno de los usuarios es don Juanito, quien vivía en una precaria construcción arriba de los árboles en la zona rural, entregado a su suerte al no contar con familiar alguno que lo acoja y asista. "Cada persona que llega a este hogar es un caso diferente, pero delicado. Aquí encuentran lo que tal vez le fue negado en gran parte de su existencia, acogida y mucho amor. Juanito tiene 86 años, está perdiendo la audición y no habla mucho, pero percibe el cariño y la compañía", señala la presidenta del grupo de voluntarias Sonia Pradines.
Detalló que el caso de este adulto mayor les fue informado por una funcionaria pública, quien detalló que el hombre vivía en una pequeña casa arriba de un árbol. "Eran dos hermanos, el otro murió. Llegó a este hogar con un par de zapatillas amarradas con alambres. Esas cosas nos impactan, pero igual nos hacen más fuertes para ayudarlos a que salgan adelante y tengan una vida digna", agregó la presidenta.
Otro de los residentes es don Artemio, quien tiene 88 años y es el más gracioso. Admite que le gusta el tango y el bolero, pero que ya no baila. Agregó que es originario de Huilma y fanático de las rancheras.
Algunos lloraron al dejar el antiguo hogar del barrio Pedro Montt Sur, como doña Mirna y la señora María. "Era nuestro hogar, la casita que nos acoge. Nuestra familia", contaron.
Como en casa
Aún cuando en realidad la preocupación era la bolsa de ropas. "Lo que pasa -aclara la presidenta-, es que la mayoría de nuestros abuelos llega con tantas carencias, que cuando reciben su vestuario se sienten muy felices y cuidan sus prendas de vestir. Y con este traslado encargaron sus bolsas para que se las suban al vehículo y pensaban que las podían perder. Esa era su preocupación y desesperación en realidad. Pero ya están muy contentos y contentas en este internado, saben que cuando retornen se encontrarán con un establecimiento muy distinto al que tenían".
En un alto de sus tareas conversamos con la líder del grupo de voluntarias Sonia Pradines, en las instalaciones liceanas. Contó que lo ha sido durante 14 años.
"En este tiempo hemos pasado momentos muy difíciles por la partida de varios de nuestros adultos mayores, que terminan sus vidas muchas veces postrados, pero atendidos por un personal muy bueno, como son las funcionarias Sandra Gatica, Yohana Hernández, Rode Sánchez, Yolanda Velásquez y Jocelyn Gatica", explicó Pradines.
Detalló que a tres de ellas se le cancela con las pensiones que perciben, que no es mucho en todo caso, precisó.
"Y con parte de la subvención del Servicio Nacional del Adulto Mayor desde hace tres años -un millón de pesos mensuales-, se cancela el trabajo de una asistente social, asimismo a dos de las funcionarias ya mencionadas y con la diferencia, es decir $170 mil, nos ayuda a la compra de mercaderías que son 300 mil pesos. Las socias también pagamos nuestras cuotas", dijo Pradines.
"La mayoría de nuestros abuelos llega con tantas carencias, que cuando reciben su vestuario se sienten muy felices y cuidan sus prendas de vestir"
Sonia Pradines, Dirigenta voluntarias"