Osorno se refunda en 1558, en un acto que ocurre en la confluencia de los ríos Rahue y Damas. Destruida en 1608, la ciudad desaparece abandonada bajo la selva durante 190 años. La vocación fluvial de Osorno comienza con la repoblación y la necesidad de navegar los ríos Bueno, Rahue, Negro y Damas para suplir la escasez y dificultad de los caminos terrestres. En aquellos tiempos la desembocadura del río Bueno no presentaba inconvenientes para el ingreso de barcos y vapores hasta el puerto de Trumao. Desde ahí y hasta Osorno la navegación era limpia y despejada y entraban barcos de vela hasta el Fuerte Reina Luisa.
En 1870, con la llegada de los colonos alemanes, Osorno se industrializó y muchas actividades se ubicaron en el borde del Damas, buscando la orilla del cauce para tener accesibilidad a la hora de despachar sus exportaciones por vía fluvial. Productos de cervecerías, molinos, maderas, curtiembres, chicherías, textiles y fundiciones se cargaban en barcazas a orillas del Damas y desde ahí navegaban al río Bueno para salir al mar por la barra con destino a Valparaíso o a Calbuco.
En 1893, cuatro vapores hacían de Osorno un puerto fluvial navegable: "Río Rahue", "Damas", "Río Bueno" y "Rahue". Navegaban el Rahue hacia el sur aguas arriba hasta Chahuilco y Chapaco por el afluente río Negro, y hacia el norte, aguas abajo, hasta el río Bueno y Trumao y de allí hacia el mar. Los ríos fueron el medio de comunicación y transporte de personas y productos, y sirvieron para la integración del territorio. A pesar de sus famosas crecidas e inundaciones, no fueron un obstáculo para el asentamiento.
En 1895, con la llegada del ferrocarril y la construcción de caminos, el Rahue comienza a dejarse de lado como vía de transporte fluvial, se abandona el puerto de Osorno y la ciudad comienza a darle la espalda a los ríos. Nuevas industrias de 1900 hasta 2000 se ubicarán cercanas al ferrocarril y a la ruta panamericana norte, en Ovejería y Chuyaca, y mantendrán la tradición de instalarse cerca de las riberas, esta vez sólo para vaciar sus residuos industriales en los ríos. Los terrenos de borde se abandonan y se impide en ellos todo tipo de construcción, incluso se ubica junto al Rahue el botadero de basura de la ciudad y en su borde se instalan campamentos con extrema pobreza.
Con el nuevo siglo, Osorno planifica un nuevo plan regulador, que recupera los ríos y sus bordes con parques y lagunas, planea avenidas costaneras y puentes, y sanea las aguas antes contaminadas. No sabemos cuando será, pero brilla una esperanza de recuperar esa vocación fluvial que tuvimos en el pasado.
Raúl Ilharreguy, arquitecto