Minera Dominga
Nuestro país es una nación pequeña. Una aldea donde convivimos pocos habitantes. Si consideramos la elite política, económica, religiosa y militar que ha regido los destinos desde hace más de 200 años, entonces el universo de seres humanos que incide significativamente en la vida del resto de los habitantes se reduce aún más, representando casi un caserío.
Como en cualquier pueblo chico, los infiernos a menudo son grandes, más aún cuando el accionar de este tipo de habitantes se caracterizan por prácticas impúdicas. El caso del proyecto Minero Dominga desnuda nuestra alma pueblerina y representa una perla adicional de un collar forjado con la mejor de las intenciones, como lo es la institucionalidad ambiental chilena, el que tendría posibilidades reales de lucir esplendoroso sí y sólo sí desapareciera la condición de conventillo promiscuo que exudan políticos, empresarios, curia capitalina u oficialidad castrense.
El rechazo del proyecto minero, después de cuatro años de evaluación ambiental, aduciendo presuntas lesiones a normativas constitucionales que otorgan el derecho de cualquier habitante de esta aldea a vivir en un "ambiente libre de contaminación", junto con ser un argumento vacuo si se consideran los innumerables proyectos aprobados por las instancias políticas que generan "ambientes saturados de contaminación"; exhala más un tufo incontenible de oportunismo político ambiental de la autoridad regional de turno que a una genuina preocupación por el bienestar de los vecinos.
Las instancias de definición política en materia ambiental son muy necesarias. Sobre todo al momento de definir previamente y de manera participativa políticas de corto, mediano y largo plazo sobre esta dimensión transversal que penetra múltiples dominios involucrados en el desarrollo.
Los intereses cruzados entre políticos y empresarios, entre políticos y curia eclesial, entre empresarios y oficialidad castrense o entre jerarquías religiosas y elite económica, entre muchas otras combinaciones espurias, hacen muy difícil salir del pantano amoral que avanza sin restricción. Mientras los proyectos de inversión no incorporen a las comunidades que se verán afectadas positiva o negativamente por su quehacer. Mientras la clase política siga dejándose cooptar en las sombras por intereses de grupos particulares. Mientras la elite empresarial y económica insista en maximizar su bienestar a costa del malestar de los ciudadanos de a pie. Y mientras el resto de los habitantes de esta aldea no seamos capaces de romper la inercia de la desidia individualista que nos inmoviliza, casos como Dominga seguirán aflorando, recordándonos que somos una aldea al fin del mundo con escasas posibilidades de cruzar alguna vez algún umbral de desarrollo.
Marcelo Saavedra Pérez, biólogo
Fraude en Carabineros
A título personal, nunca esperé un desliz dentro del marco de ese honorable cuerpo policial como es Carabineros, pero de allí a inmiscuirse en un fraude y además tan abultado, no me lo imaginé nunca, considerando a un general de la institución haciendo el papel de maestro ante sus subalternos, garrafal, inconcebible.
Desgraciadamente se vino a tierra el sólido andamiaje estructural que tanto costó construir. Por ahora todo no está perdido, el alto mando institucional debe por todos los medios de observar un estricto control, ejerciendo a toda costa la absoluta verticalidad del mando, empleando todas las atribuciones que le confieren los reglamentos vigentes.
La causal de la falla estuvo a mi entender en la falta de control, desde la cúspide hacia abajo. En la confianza está el peligro, dice un antiguo refrán.
Guido Bello Martínez
Sillas para niños en los autos
Antes fueron los chalecos refractantes ($7 a $10 mil); ahora las sillas para los niños, no cualquier silla, sino especiales ($100 mil) hasta los 12 años. Los niños de 12 años hoy pololean, miden 1,50 metros o más, pesan 50 kilos fácilmente, y pretenden meterlos en sillas para niños.
La vez anterior fue un negociado de un pariente de un diputado. ¿Hoy? ¿quién será el beneficiado con este próspero negocio? Estamos podridos.
Elena Muñoz de Latorre
Escuela Militar
Tras la Batalla de Chacabuco, la organización del nuevo gobierno dispuso medidas para consolidar la república en nuestro país. Entre ellas estaría la que daría origen a lo que hoy conocemos como la Escuela Militar.
Tras 200 años de existencia, pasando por distintas edificaciones, miles de alumnos han pasado por sus portalones para formarse como oficiales del Ejército. Otros han egresados de sus diferentes diplomados, pero siempre marcando a quienes han pasado por sus aulas y pasillos.
La historia de la Escuela Militar esta ligada a nuestro país, héroes e intelectuales, patriotas sencillos, que vieron en el Alcázar una forma de desarrollar una opción de vida trascendente en servicio de la patria.
Francisco Sánchez