La Plazuela Yungay está entre rejas
"La intervención del espacio peatonal y público es fatal"
Desde Freire esquina Ramírez, por toda la cuadra, y en el borde de la Plazuela Yungay se han instalado rejas altas metálicas para impedir que las personas puedan cruzar de una vereda a otra o ingresar a la plaza, salvo por un estrecho pasadizo ubicado en sus extremos a una distancia de 85 metros uno de otro. La intervención del espacio peatonal y público es fatal, ni siquiera tiene señalización preferente para los peatones. Sólo resguarda a los vehículos que circulan por calle Ramírez para que tengan preferencia de paso, se puedan subir a la plaza, cruzar entre los árboles y finalmente parar ante un semáforo.
El entorno directo de la Plazuela Yungay lo conforman la Iglesia San Francisco, el mall Portal Osorno, grandes supermercados y el Mercado Municipal. Este lugar es uno de los espacios más concurridos de la ciudad, es el de mayor densidad peatonal, donde existen y circulan más personas por metro cuadrado. Es un centro peatonal más potente que la misma plaza de Armas y hoy está entregado a los autos.
Hace 15 años el municipio remodeló la calle Ramírez para transformarla en un paseo semi peatonal, sin atreverse a eliminar totalmente la circulación vehicular, y dejó conviviendo en una peligrosa ambigüedad autos y peatones. También destruyó la fuente elevada con juegos de agua que iluminaba la plazuela construida en los 80, para botar más millones de pesos en otra fuente de agua ahora enterrada. Pero eso no fue todo, se eliminaron las calles perimetrales que poseía la plazuela para agregar nuevas vías vehiculares, invadiendo el escaso espacio público peatonal existente y haciendo circular los autos en zigzag por el interior de la plaza, entre los inmensos árboles de hayas centenarias espantando a las personas. Para proteger a los peatones de los autos que giran al interior de la plaza, se construyeron muros entre los árboles y al hacerlo se sacrificaron las raíces, y con ello se murieron las hayas que daban techo y protección verde.
Con la invasión del automóvil y el enrejado, la destrucción del segundo espacio público más importante de Osorno es casi total. Es tierra de nadie, no hay áreas verdes, entre quioscos apitutados, stands ordinarios, carritos de completos y autos a toda velocidad protegidos por muros y barreras. Ya no hay espacio para cantantes, contadores de chistes, charlatanes, para la siesta a la sombra de los árboles, para las plantas, los jardines o para el encuentro. Ya no existe la plaza. Hoy es un nudo de pavimentos, autos, personas y rejas.
La circulación vehicular por Ramírez entre la plaza y la plazuela no tiene ninguna justificación, no aporta nada a la ciudad, a las personas y menos a los autos. Las calles transversales pueden seguir con autos, pero la ciudad ahora enrejada es una locura.
Raúl Ilharreguy Gutiérrez, arquitecto