La Universidad de Los Lagos en el año 2009 decide crear la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, con el objetivo de hacer a la institución más competitiva en su producción científica y tecnológica. Esto permitió focalizar esfuerzos que antes se encontraban disgregados en distintas unidades. En 2012 se aprobó la Política de Investigación, articulándose distintas acciones en las que se pueden destacar: a) la definición de áreas prioritarias de investigación; b) una política de incentivo a publicaciones; c) una mejor articulación de la docencia y la investigación; d) desarrollo de concursos internos de investigación; e) creación de núcleos de investigación, entre otros.

Todas estas acciones han permitido fortalecer la investigación y la docencia de pre y postgrado, generando impactos positivos en todo el quehacer institucional. Las acciones implementadas han permitido la adjudicación de 61 proyectos regulares Fondecyt en la última década. A nivel de proyectos competitivos, entre 2010 y 2015 se han adjudicado 90 proyectos y las publicaciones científicas (WoS, Scopus y Scielo) en los años 2012 y 2015 aumentaron de 76 a 113 (+48%).

La universidad ha logrado sostener y aumentar la producción científica de una manera planificada. Como aprendizaje, frente a lo difícil que resulta atraer capital humano avanzado a regiones y contar con los recursos necesarios para ello y el desarrollo de acciones que implementen la política, la universidad ha podido focalizar y generar acciones que han permitido mejorar su posición a nivel nacional en indicadores de impacto, contribuyendo a nivel regional en áreas de desarrollo de interés, focalizados en la estrategia regional de innovación. Destacables son las iniciativas que el Gobierno Regional adjudica a través del Fondo de Innovación a la Competitividad, ejecutándose 11 proyectos entre el año 2012 y 2015 en temas regionales relevantes como acuicultura, energías renovables no convencionales, medio ambiente, apicultura, emprendimiento y turismo.

Nuestra institución es una universidad regional que ha aprovechado las oportunidades que su propio desarrollo institucional ha generado para replantearse su quehacer y enfocar su desarrollo con el claro convencimiento de transformarse en el mediano plazo en una institución compleja.

Óscar Garrido, rector de

la Universidad de Los Lagos

Sorpresa causó la semana pasada el hallazgo de 390 locos desde un local de la Feria Libre de Rahue, los que según el análisis del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) se encontraban contaminados con la toxina paralizante de la marea roja, lo que revestía un evidente riesgo para la salud de las personas debido a lo agresiva que es esa sustancia y que en el primer semestre provocó un largo conflicto ecológico y social en toda la Región. De acuerdo a los exámenes que realizó la Universidad Austral en Puerto Montt, el molusco descubierto -que además se encuentra en etapa de veda- arrojó niveles muy superiores a lo permitido, vulnerando así lo dispuesto en el Reglamento Sanitario del Ministerio de Salud.

Aunque desde el centro comercial se intentó minimizar la incautación, aludiendo a un supuesto ánimo revanchista del equipo fiscalizador y a que los locos se encontraban refrigerados y no disponibles para la venta, es inquietante que a pesar de todas las prohibiciones de extracción y comercialización que rigen desde abril en la Región de Los Lagos para cautelar cualquier riesgo de contaminación por parte de las personas, esa partida haya llegado a la concurrida feria osornina y que haya sido almacenada con fines que no han sido suficientemente aclarados todavía. Más preocupante incluso es que una partida de esos moluscos haya sido consumida por algunos de los feriantes, arriesgándose de manera evidente a las consecuencias de una toxina que puede llegar a ser mortal.

Mientras se mantenga presente el peligro de la marea roja en las costas de la Región, los pescadores, distribuidores y comerciantes tienen que someterse rigurosamente a las restricciones que hay para la extracción y venta de los productos susceptibles de resultar contaminados por la marea roja. En juego está no sólo la confianza que depositan los consumidores cuando adquieren pescados o mariscos, sino también, y esto es lo más sensible de todo, la integridad física de quien quiera que sea el cliente final.

En momentos como estos se necesita responsabilidad de parte de todos los actores.