Bladimiro Matamala
Poco más de 46 millones de pesos necesitan los vecinos de Buenaventura, localidad rural de la comuna de Río Negro, para mejorar su capilla -que ellos denominan con mucho cariño la iglesia-, la cual con el paso de sus 90 años de existencia ya denota un marcado deterioro, especialmente en el frontis y el campanario.
El templo conserva en su interior una imponente imagen de la Virgen María y en el proyecto de restauración han trabajado todos los habitantes por varios años, recaudando fondos a través de un beneficio básico "como las tradicionales ventas de empanadas", según contaron.
Además de ello han sumado las donaciones en materiales de las familias del sector, más una subvención municipal que les ha permitido por lo menos despegar.
La capilla de Buenaventura depende de la parroquia de Río Negro y el obispado de Osorno y fue inaugurada el 16 de julio de 1926. La obra le perteneció al entonces propietario del fundo Buenaventura, Guillermo Pinninghoff, templo que más tarde sería refaccionado por su hija Estela acompañada de su esposo el arquitecto Jorge García. El matrimonio, por efecto de la Reforma Agraria, parceló el fundo en favor de todos sus trabajadores, emergiendo de esta manera la Villa de Buenaventura.
Con todo, los vecinos tienen depositado en una cuenta bancaria la cantidad de $2.5 millones, que de acuerdo a lo informado por la directiva "dista bastante de la meta final".
Para conseguir nuevos recursos, y considerando que ni la parroquia de Río Negro y menos el obispado de Osorno les pueden colaborar en lo financiero, están postulando a fondos en el exterior, específicamente ante el Arzobispado de Nueva York, en Estados Unidos, proceso donde sí cuentan con la ayuda de personal del obispado, siendo una de ellas la funcionaria Carla Lincoln.
La postulación es a través de una plataforma virtual donde uno de los requisitos es ir aportando testimonios gráficos de cómo se van ejecutando las obras y acciones.
La presidenta de la Agrupación Cultural de Buenaventura, María Cristina Barrientos, señaló que "nuestra misión es recuperar la iglesia de todas maneras, para lo cual nos hemos constituido como agrupación con la finalidad de sacar adelante este proyecto y obtener los recursos. Para eso nos acaban de reelegir con la secretaria Claudia Gallardo y la tesorera Cristina Riveros. Debo agregar que con la ayuda de la comunidad ya mejoramos todo el lado norte y antes se había repuesto toda la techumbre", explicó la presidenta.
Por su parte, otra de las vecinas, Herta Barrientos, quien fuera hasta hace unos años líder comunitaria de Buenaventura, habló con el corazón.
"Esta iglesia está ligada estrechamente a nuestras vidas. A mi familia, por ejemplo, porque nací en esta villa y aquí me bautizaron, hice mi primera comunión y hasta la confirmación".
La dirigenta Claudia Gallardo, profesora de biología de un colegio de Osorno, y quien llegó a la localidad hace sólo un año y medio, indicó que "soy santiaguina, pero el sur me encanta y esta comunidad en particular. Me uní al desafío por su finalidad. La iglesia es una maravilla y hay que restaurarla".
Estela Miranda es la responsable de mantener las llaves de la iglesia.
"Siempre están conmigo, es que vivo al lado y las llaves las cuido con mucho celo. La imagen de este templo la he llevado conmigo durante toda mi existencia", subrayó.
María Cristina Barrientos, presidenta de la Agrupación Cultural de Buenaventura, destacó la unidad de los vecinos, actitud que juega en favor del mejoramiento de la capilla.
"Aquí se han desarrollado miles de bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y muchos velatorios", detalla.
-¿Cómo fue la celebración de las 8 décadas este año?
-Inolvidable y multitudinaria. Con una misa a la chilena, pero payada, donde nos vino a colaborar un grupo de cursillistas de Osorno, más otro grupo folclórico del obispado. Tuvimos invitados de las distintas capillas católicas de Río Negro.
-¿Cuáles son los desafíos más inmediatos?
-Continuar mejorando la iglesia, dar a conocer este proyecto comunitario, reconstruir el frontis incluyendo el campanario, renovar la pintura lo más cercana posible a la original y que por favor alguien nos regale un órgano, ya que el que teníamos una vez se lo llevaron para repararlo y jamás volvió.