Trabaja duro con el cuero, recompone suelas de zapatos de diversos materiales, con su oferta acostumbrada de las "tapillas al minuto", aunque también remienda bolsos y otras prendas.
Es el último zapatero de "punta y taco" que ejerce a tiempo completo y vive de este antiguo oficio en Río Negro. Se llama Ramberto Severino Catalán Mansilla (67 años), gentil y cariñoso con sus clientes, un semblante que cambia diametralmente cuando comparte con sus amigos que lo visitan a menudo en su local de la calle Pedro Aguirre Cerda 355, con quienes comparte no sólo las horas de trabajo, sino que va actualizando en la tertulia y con celo riguroso las noticias más relevantes que van surgiendo en el plano comunal, nacional e incluso internacional.
Toda una vida entre tacones y una amplia gama de herramientas, muchas dignas de ser expuestas en un museo y otras más singulares, como por ejemplo el póster gigante que luce en la pared de la artista Lucero. "Ese fue un mandato del finado Arnoldo Sotomayor. Un día mi amigo me dijo: 'Ramberto, a esta artista que ves aquí yo la adoro y admiro como canta, pero también por su cuerpo escultural, así es que cuando me muera quiero que te la lleves y la pegues en tu local, es mi gran herencia para ti'…. y aquí está y me gusta. Es harto linda la chiquilla", agregó sonriendo.
-¿Desde cuándo en este oficio?
-Nací en Hueyusca y cuando chico acompañaba a mi abuelo Leopoldo y le ayudaba en los trabajos menores. Luego mi padre Reinaldo, que también era multifacético, tenía negocio de alcoholes, carnicería y además era zapatero, o sea, esto viene por generaciones.
-¿Hoy se puede vivir de este oficio?
-Pienso que sí, sólo hay que ser dedicado y disciplinado en esta pega. Partí hace 35 años, porque antes trabajaba en el campo, y de a poco he ido creciendo. Ahora tengo un buen local que ha sido difícil construir, pero ya está. Soy un agradecido de mis clientes y también de la municipalidad, porque juntos mejoramos este pasaje Freire que la gente ni sabe que existe, dotándolo de energía eléctrica.
¿Cómo lo ha tratado la vida?
-Estimo que bien, tengo una bonita familia formada por mi esposa María Teresa Mansilla y mis cuatro hijos Rachel, Mauricio, Henry y Macarena, lo que me llena de orgullo, aunque mi salud estuvo bastante complicada. Me hospitalizaron por 14 días por un infarto al corazón, seis de los cuales permanecí en la UCI. Todos me daban por muerto, pero aquí estoy de nuevo…, haciéndole empeño a la vida y dando gracias a Dios.
Ramberto personifica el arte de reparar el calzado y, en Río Negro, nadie podrá decir que no lo ha consultado. Personaje de una actividad que con el correr del tiempo y el avance de la modernidad han ido desapareciendo. El extraordinario zapatero remendón, que junto a su pata de fierro, pita, cera y cuchillo, forma parte de esta larga tradición que se va extinguiendo lenta e inexorablemente con el paso del tiempo.