A propósito de grandes acuerdos
"Todos deberíamos preguntarnos: ¿Qué hago para resolver genuinamente el conflicto?".
Al sentirnos atrapados en un conflicto o tener la impresión de que, a pesar de lo que hagamos, no avanzamos en resolver nuestros problemas, es recomendable hacer un alto y tomar distancia de la situación. Por ejemplo, podríamos retirarnos a un lugar distinto del que habitualmente nos encontramos para estar solos o en la tranquilidad y cariño del hogar, y revisar qué sucede y qué hemos hecho.
Este ejercicio permitiría replantearnos la situación y proporcionaría una mirada distinta y una forma diferente de enfrentar los problemas; sin embargo, esto que parece obvio necesita ciertas condiciones, como una gran capacidad reflexiva; disponer de elementos objetivos para analizar la situación y reconocer aquellos juicios de valor que puedan entorpecer la comprensión; reconocer que frente a un hecho objetivo existen diversas apreciaciones que dependen de los observadores o participantes de la situación, de preconceptos y propósitos.
Es necesario reconocer mis capacidades y limitaciones, y que la realidad es incompleta si no tiene la mirada o conocimiento de las limitaciones, e inteligencia de la contraparte. Es importante saber que no soy dueño de la verdad, que la perfección es una búsqueda constante donde necesito de los demás y, para los creyentes, asumir que sólo Dios es perfecto. Por ello, debo estar dispuesto a ceder para encontrar los mejores resultados posibles, sin imponer mi visión de lo que es mejor para la sociedad; porque con certeza será únicamente el resultado del acuerdo.
Nos atrevemos a plantear que esto ha faltado en los grandes consensos que hoy día se buscan y que son necesarios. Existe demasiada desconfianza entre los actores involucrados, y quizás con justa razón, porque a pesar de los acercamientos realizados, al parecer no hay diálogo ni generosidad en la conversación. Está el deseo, tal vez muy humano, de sentir que vencí y logré imponer mi posición a pesar de todo, sin importar costos ni métodos. Todos deberíamos preguntarnos: ¿Qué hago para resolver genuinamente el conflicto? ¿Poseo todos los elementos a la vista? ¿Soy sincero en esta situación o estoy guardando mis secretas y reales intenciones? Tal vez es momento de sentarnos a revisar qué hemos hecho o dejado de hacer. Es tiempo de reconocer el valor de nuestras propuestas y estar dispuestos a ceder en beneficio del bien común y tener confianza en los demás.
Rodrigo Ibáñez Coronado, vicerrector de
Universidad Tecnológica de Chile Inacap Osorno