León Smith I
Al momento de escribir esta carta estaba muriendo en Santiago mi sobrino León Smith, después de luchar por cuatro años contra una cardiopatía cuya única solución era un trasplante que no llegó. Su vida se vio acortada aún más la semana antepasada con la falla de una de las bombas artificiales que le servían de corazón extracorpóreo mientras esperaba el acto de generosidad de un pequeño donante y su familia.
Cuánto nos falta madurar como país. Cuánto nos falta dejar de mirarnos el ombligo después de cada Teletón y creernos una sociedad solidaria porque fuimos al banco de noche a donar la "luca" que nos sobró después del copete. Cuánto nos falta elegir autoridades y representantes decentes y dignos de nosotros mientras dejamos pacientes que nos metan la mano al bolsillo. Cuánto nos faltan medios de comunicación que efectivamente comuniquen y no creen realidades de humo basados en el dolor y el sensacionalismo. Como periodista, mientras trabajé en medios nacionales muchas veces vi y viví cómo los editores hacen la vista gorda a temas que atañen a los menos afortunados, a quienes viven alejados de las grandes urbes y con recursos que apenas alcanzan para tomar un bus rural a atenderse en un hospital sobrepasado y falto de especialistas. Ellos no venden. No importan.
En el caso de León afortunadamente mis ex colegas de Canal 13, de TVN, de CHV, de MEGA o CNN lograron insertar el tema en la agenda y llamar la atención sobre su caso para intentar apurar un gesto que le dé un corazón a León. O para llamar a ayudar a mi primo Juanito ante la deuda multimillonaria con la quedarán tras la pérdida de mi sobrino. Agradezco ese gesto a mis colegas que aún siguen recolectando esa ayuda por las redes sociales que ha permitido recibir ayudas que trascienden las fronteras.
Pero nos falta mucho. Tenemos autoridades negligentes. Indecentes. Y ellos lo saben. Y por eso no quieren perder el poder que los tiene chupando la "tetita" del Estado que financiamos todos mientras niños como León se nos mueren por no tener cómo financiar tratamientos millonarios. Sin ir más lejos, los mismos secretarios de la Presidenta de la República respondieron la segunda semana de febrero a una carta de mi primo Juanito Smith diciendo que la mandataria no se podría reunir con él porque "como usted comprenderá la agenda de Su Excelencia es muy apretada". Pero la agenda de Su Excelencia no pone trabas a recibir en La Moneda a cuanto artista extranjero quiera visitarla con tal de tener una fotografía que haga parecer el Palacio una pasarela.
Y cada uno de nosotros permite ese comportamiento de quienes ganan millonarios sueldos gracias a nuestro voto. Lejos de tomar conciencia, muchos de nosotros seguimos poniendo "No" cuando nos preguntan si deseamos o no ser donantes de órganos. León se muere. Otros como él se mueren. Pero después de cada Teletón nos creemos el país más solidario del mundo.
Eso somos como sociedad. No es "el modelo", no es Estados Unidos, no son los extraterrestres. Somos nosotros y lo que tenemos adentro lo que permite que muchos León hoy esperen un acto de amor para seguir viviendo. Cuántos de ellos no lo lograrán. León y sus papás, luego de su lucha, decidieron no dar a otros ese mismo dolor y a pesar del momento terrible de perder a un hijo, optaron por donar lo poquito que quede de él para darle vida a otro niño. Eso es amor. León seguirá viviendo siempre en esos niños que lo reciban dentro de sí.
Rodrigo Alarcón Bohle
León Smith II
León Smith se fue esperando un corazón y el deportista de Valdivia, José Cifuentes, hizo lo mismo esperando un hígado. Esto demuestra lo imposible, difícil o a lo menos, insuficiente, que es el «generar conciencia» en la ciudadanía", ya sea en materias como la donación de órganos como en cualquier otra. Urge una flexibilización y perfeccionamiento del sistema que regula la donación de órganos en nuestro país que permita salvar las de vidas que perdemos por esta "falta de conciencia" e ineficiencia estatal.
Fernando Claro V.
Calles y veredas de Osorno
El don de la paciencia tiene un límite y puede terminar en desidia.
Los osorninos que viven y trabajan aquí y han sufrido y sufren sobre todo cuantiosas pérdidas como consecuencia de los trabajos que se ejecutan en calles y veredas. Nos interesaría saber lo siguiente: Qué empresa o empresas están ejecutando dichos trabajos. Quién o quiénes son sus dueños. Quién o quiénes son los jefes responsables de dichos trabajos. Quién ordenó estos trabajos. Quién o quiénes son los inspectores de estos trabajos y dan su visto bueno. Quién o quiénes son los responsables de los accidentes y abusos que han sufrido y están soportando aún los vecinos de calles y veredas que se dejan a medio hacer.
¿Podrá haber progreso si las faenas que observamos y el ritmo y modo empleado en ellas, amén de los errores que se cometen al igual que en las demás regiones del país? Creo que no.
Carlos Heufemann Balde