Ricardo Cifuentes
Llegó a los 7 años a Chile junto a su familia; creyeron que sólo sería por un tiempo, aunque la realidad logró que en los últimos 67 años se trasformara en un chileno más y hoy junto a su tienda constituye parte de la historia de La Unión.
Se trata de Faruk Abusleme Bader, oriundo de Beit- Jala, a 2 kilómetros de Belén y a 15 de Jerusalem, quien arribó al país tras perder sus propiedades producto de los asentamientos israelíes que se hicieron regulares y que más tarde generaron los principales problemas en esa zona del oriente medio.
Egresado del Instituto de Comercio de Santiago, desde muy joven se inició en el rubro de las tiendas, aunque trabajó en la empresa Iansa, "fui el primer empleado en la planta azucarera de esta ciudad, porque tenía el numero uno. Me vine trasladado de la planta de Llanquihue cuando la empresa se instaló aquí", cuenta.
Fue dirigente e integrante del básquetbol y el fútbol de La Unión e incluso encabezó la selección que en 1965 participó en la Nacional de fútbol juvenil en Huachipato.
Para muchos, Faruk Abusleme era español, por el nombre de la tienda "Sevilla", pero poco a poco los vecinos supieron de este comerciante palestino, siempre dispuesto a recomendar lo mejor a sus clientes.
"No me he hecho ciudadano chileno, porque no quiero perder mi nacionalidad, como dicen, se pueden cambiar las hojas de un árbol, pero hay que mantener las raíces".
Disfruto ser unionino
Ubicados, primero, en la calle Prat con Letelier, después en Prat al llegar a Angamos, finalmente el año 1973 se trasladaron a su actual ubicación.
Desde su local ha sido testigo de todas las celebraciones en La Unión, "vivo cada festejo de esta ciudad y en especial la semana aniversario que disfruto día y noche. Porque entiendo que estar en la ubicación privilegiada, donde trabajo y vivo, tiene sus costos y es participar, aunque no lo quiera, de la fiesta", expresa sonriendo.
Con las dificultades propias del comercio siempre competitivo, mantiene una clientela fiel la cual está constituida en un 80 por ciento por dueñas de casa, que encuentran en Faruk y su colaboradora el consejo para conseguir un mejor provecho a cada pieza, a cada cortina, al género o casimir y siempre el color y la calidad buscadas.
"Vivo sólo porque se me pasó el tiempo para casarme y porque después uno se acostumbra a no tener compromisos que lo aten, pero tengo las mejores relaciones con las mujeres que fueron parte de mi vida. No tengo hijos, pero sí sobrinos y dicen que soy un buen tío, amigo y hermano", explica el comerciante.
Este año fue elegido ciudadano Ilustre de La Unión "un reconocimiento que no me esperaba y agradezco", dice.
Todo lo necesario
En la conversación con El Austral de Osorno, que se desarrolla mientras atiende a sus clientes, recuerda que hace varios años un comprador no llevó un género porque quería rebaja, "le expliqué que estaba rebajado, se fue y al rato volvió recalcando que había otras tiendas donde sí hacían descuentos y al revisar la boleta, le dije que había comprado un 10% más caro. Sin reconocer su error, señaló en la despedida 'pero si me lo rebajaron'", cuenta, aunque aclara que es una de las varias situaciones que ha vivido en los 50 años que lleva en el rubro.
Es vehemente cuando dice que La Unión tiene todo lo que necesita cualquier habitante y que depende de todos conseguir que el crecimiento alcance a todos los sectores.
"Hemos tenidos y tenemos buenas autoridades, pero para conseguir inversiones, se necesita mucho más que las buenas intensiones y ya se aprecia como La Unión se ha ido transformado en una capital provincial", explica.
Tiene una visión crítica de lo sucedido con Palestina y está consciente que el problema partió antes del siglo pasado, "aunque yo lo veo desde mi experiencia, por la salida con mi familia de mi país", concluye.
50 años ha trabajado en el comercio unionino el ciudadano palestino Faruk Abusleme Bader.
67 años tiene el comerciante, quien llegó con su familia de Palestina tras perder sus propiedades por los asentamientos israelíes.