Cobre y Sector Forestal
Fernando Raga Castellanos
Hace unos años, cuando el país disfrutaba de precios del cobre sobre US$3 la libra y llegaba una avalancha de inversión a la minería, los otros sectores exportadores no pasaban un buen momento: la abundancia de divisas mantenía el tipo de cambio muy bajo, mientras el aumento real de las remuneraciones debido a la fuerte demanda de la minería, ponía en jaque sus costos.
Pero las cosas han cambiado radicalmente. La fuerte baja del cobre, hoy en el rango de los US$2 la libra, sumada a la caída del flujo de capitales hacia nuestro país, han recordado la urgencia de generar divisas, la mirada se vuelca a los otros rubros exportadores y vuelve al tapete el valor estratégico de tener exportaciones diversificadas.
El sector forestal exportó el 2014 algo más de 6 mil millones de dólares y el 2015 contrajo sus retornos en un 10%, menos que el país en su conjunto. Es el primer sector exportador sobre bases renovables, con casi un 9% del total. Pero además, genera en forma directa e indirecta 300 mil empleos y tiene un efecto multiplicador de los más altos de la economía, con fuertes encadenamientos productivos. Los bosques en los que se basa capturan un 20% de las emisiones de carbono del país y hacen un aporte invaluable a controlar la erosión.
El sector compite en mercados internacionales con productos que requieren altas economías de escala, como la celulosa y, los productores de menor tamaño, que no pueden competir con éxito en estos grandes mercados de commodities, sí pueden tener ventajas en productos de especialidad y diversificados. Es necesario fortalecer las capacidades tecnológicas de nuestras Pymes y apoyarlas para asociarse y encontrarles mercados de nicho rentables. No parece sensato bloquear iniciativas legales que permitirían fortalecer su abastecimiento de materia prima en el largo plazo, limitando además las posibilidades de los pequeños forestadores.
El país necesita empresas de todos los tamaños para competir eficazmente y ser una alternativa complementaria a la minería. Tampoco parece conducente crear un clima adverso hacia los grandes proyectos o empresas industriales, sin ver aspectos positivos como competitividad y empleo para el país, fortalecimiento regional, transferencia tecnológica, o manejo de bosques con certificaciones de clase mundial.
La caída en los precios del cobre nos llama al realismo. Aprovechemos esto para generar fructíferas acciones de colaboración público privada, que incluyan búsqueda de complementariedades entre empresas de distintos tamaños.
*Presidente de la Corporación Chilena de la Madera (CORMA).