La última batalla de una pyme lechera
"Con gran dolor debió sufrir la venta de su fundo, y con esto los esfuerzos de toda una vida de trabajo"
El 30 de enero recién pasado se efectuó el remate del rebaño lechero y de las maquinarias que tenía don Ricardo Westermeyer, en su predio Pailapifil.
Don Ricardo fue un gran dirigente gremial, profesor y decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad Austral de Chile. Fue empresario y gran admirador de las estructuras cooperativas, participando en muchas de ellas. Fueron innumerables las generaciones de estudiantes que recibieron sus enseñanzas, tanto profesionales como de valores frente a la vida.
Cuando fui a ese remate asistí con un nudo en la garganta, pues conocí a don Ricardo toda una vida, y este remate significaba su última batalla. Con gran dolor debió sufrir la venta de su fundo, y con esto los esfuerzos de toda una vida de trabajo. Sin embargo, lo encontré como un viejo general esperando su última batalla.
Las circunstancias económicas y del mercado lechero actuales lo superaron, pese a tener un fundo de tamaño adecuado. Por un lado, las grandes empresas que viven de otros ingresos no tienen necesidad de rentabilizar sus inversiones agrícolas, y por otro, las pequeñas empresas que viven del Estado tampoco necesitan ser rentables. Quedan las pymes que dan por ahora el trabajo en el país, sometidas a una lucha sin cuartel donde van lentamente desapareciendo, pues deben vender sus productos cada vez a precios más bajos, y por otra parte, comprar sus insumos a valores más altos. Sin embargo, estas empresas sostienen el andamiaje de Chile.
Cuando observé a don Ricardo a la distancia, vi su figura imponente y su espalda ligeramente curvada por sus 93 años. Pese a todo, allí estaba con la integridad que siempre le conocí, enfrentando su realidad. Cómo hubiese querido cambiar la realidad y permitir que don Ricardo enfrentara la recta final de su vida con la gloria y el honor que se merece.
Sin embargo, la vida sigue su curso y el remate se efectuó. Ni los esfuerzos de un gran profesional del martillo, como don Marcelo del Prado, lograron por las circunstancias actuales el éxito que todos hubiéramos deseado a don Ricardo.
Esperemos que esas pymes, las que se construyen con una vida de esfuerzo y dan trabajo a miles, no sigan siendo abandonadas a su suerte, y con ello, dejadas a la deriva al final de su vida a chilenos esforzados y trabajadores, como lo es Ricardo Westermeyer.
Fernando Becker, director de Cooperativas A.G.