La señora Nelly se ha hecho más famosa que la mismísima señora Juanita. Ha conseguido un aumento de remuneraciones para los empleados públicos que sirven en el Registro Civil a través de un paro ilegal que sumió en la desesperación a miles de chilenos. Durante los días de desarrollo del paro renunció a la presidencia de Conicyt el destacado académico Francisco Brieva. La noticia tuvo una cierta cobertura de prensa, por cierto, muy menor a la del paro de los funcionarios ¿Tendrán nietos la señora Nelly y don Pancho? Porque la actitud de ambos tiene una tremenda consecuencia en la vida que llevarán sus nietos. Todos ellos, no por separado. Consecuencias sobre todos los nietos de Chile, los suyos, los de usted, los míos.
Los funcionarios recibirán su bono. Los científicos chilenos, pasados los efectos de los analgésicos, llamados "comisiones", que cada gobierno de turno les ha dado, siguen esperando, mientras que estos mismos gobiernos, desoyendo las voces expertas de la comunidad nacional e internacional, toman decisiones que "sumirán al país en la ignorancia y la pobreza, en al más amplio sentido de la palabra".
Esto sucede porque no somos capaces de sostener "Un Sueño Compartido para el Futuro de Chile".
Estoy seguro que si a cada uno de nosotros se le preguntara: ¿desea usted para sus nietos un futuro mejor que el suyo propio? la inmensa mayoría contestaría que sí. Eso diríamos, pero ¿qué hacemos? Justamente lo contrario. Pedimos el dinero del Estado para lo inmediato. Para el reajuste de hoy, no para la inversión en el futuro. "Estamos desolados y con el tiempo el país también lo estará". Pan para hoy, hambre para mañana.
¿Es culpa de los gobiernos? No, es nuestra culpa, que no hemos sabido elegir políticos con vocación de futuro. No elegiríamos a un político que nos diga: sus ingresos no van a aumentar; lo que aumentará 10 veces será el presupuesto para ciencia y tecnología, que es lo mínimo que se necesita para que mañana -un mañana a la vuelta de la esquina- tengamos la posibilidad de ser desarrollados.
Nosotros, todos nosotros, somos culpables de construir un futuro miserable para nuestros nietos, cuando pensamos nada más que en nuestro interés inmediato. La señora Nelly ganó; don Francisco perdió. Pero más perdieron los nietos de ambos y nuestros propios nietos.
Dr. Roberto Matamala E., Instituto de Lingüística y
Literatura, Facultad de Filosofía y Humanidades de la UACh