Alfonso Montecino: el legado del pianista osornino más importante de la historia
Homenaje. Discípulo de Claudio Arrau en Nueva York, creador de más de 50 composiciones y con más de 300 conciertos a su haber, falleció a los 90 años en EE.UU., pero su recuerdo no morirá.
Fue en una carreta como el primer piano al que tuvo acceso Alfonso Montecino Montalva llegó hasta la casa de campo donde pasaba las vacaciones junto a su familia, en las cercanías de Osorno, desde los cinco años. A tan corta edad, y en las postrimerías de la década del '20 del siglo pasado, su pasión se dividía entre el instrumento que a la postre lo convertiría en una figura de primer nivel mundial e interminables noches de lectura al lado de su cama, alumbrado sólo con una lámpara de parafina.
Este es sólo uno de los muchos recuerdos que Adriana Kyling Montecino y su hermana María Gabriela -sobrinas del pianista y compositor osornino más importante de la historia- tienen de su familiar, fallecido el sábado último, a los 90 años, en Estados Unidos.
Tanto sus parientes en la zona, como quienes conocieron de su talento y brillante trayectoria, que incluyó presentaciones en prácticamente todo el mundo, no sólo recuerdan su vinculación permanente con Osorno -a pesar de que estaba radicado varias décadas en Bloomington, Estado de Indiana- sino también consideran que es absolutamente necesario rendir un homenaje póstumo a quien dejó muy en alto el nombre de la ciudad y su gente.
SU HISTORIA
El relato de sus sobrinas, así como el del osornino Juan Rosas Asenjo -quien también lo conoció largamente- permiten reconstruir con precisión la historia de uno de los artistas más importantes en los más de cuatro siglos y medio de historia local.
Sus padres fueron el médico Alfonso Montecino Rosas y Guillermina Montalva Barrientos. Él fue el primer pediatra de la historia de Osorno y, además luego de su viaje de perfeccionamiento a Berlín y París -entre 1921 y 1923- el matrimonio trajo la idea de fundar la institución "La Gota de Leche", para ayudar a los niños más humildes de la ciudad, que padecían de desnutrición, viruela, tifus, entre otras enfermedades que elevaban la mortalidad infantil a niveles hoy sencillamente insospechados.
Fue un año después del regreso, el 28 de octubre de 1924, cuando Alfonso Montecino Montalva nació en la ciudad de Osorno.
Estudió en el Instituto Alemán de Osorno, que se ubicaba inicialmente frente a la plaza de Armas y luego, en 1935, se inauguraron las nuevas dependencias en la esquina de calles O'Higgins y Los Carrera.
Toda su infancia estuvo marcada por la educación germana. De hecho, años después él recordaba que todo lo aprendió en alemán: aritmética, ciencias, lenguaje.
Florencia Montecino, su única hermana, cuenta en sus memorias que Alfonso se alegró mucho cuando lo matricularon en el Conservatorio Carolina Klagges, en 1933, para aprender a tocar piano. Varios años antes ya tenía la intención de ingresar a esa academia, pero sus cortos años no se lo permitían, por lo que antes tuvo que dedicarse al violín.
Su primer concierto público fue en el Club Alemán, que se ubicaba en calle Los Carrera, a beneficio de la Gota de Leche. Tenía entre siete y ocho años y fue todo un éxito.
Junto con la música, a Alfonso desde niño le gustaba mucho leer. De hecho, cuando su padre compró un campo y se fueron a pasar allí las vacaciones de verano, se alumbraban sólo con velas y chonchones de carburo. Pero él colgaba una lámpara de parafina junto a su cama y podía pasar noches enteras leyendo. Fue en ese periodo cuando sus padres compraron un piano Niendorf, el cual tuvieron que llevar en una carreta hasta el campo, para que Alfonso pudiera practicar.
Tras su ingreso al conservatorio, el adolescente estudiaba cada vez con mayor interés. Y fue en enero de 1938 que se marcó un punto de inflexión en su historia. Ese mes, una comisión del Conservatorio de Música de Santiago llegó a Osorno para realizar audiciones, los expertos escucharon su interpretación y encontraron que tenía mucho talento. Así, le recomendaron que se trasladara a estudiar a la capital. Uno de los miembros de la comisión era Alberto Spikin, quien a la postre se convertiría en su profesor en Santiago.
Discípulo de Arrau
Ya en Santiago, en 1944 rindió su Bachillerato en Letras y realizó sus estudios en el Conservatorio de Santiago hasta 1947. Fue en esa misma institución que lo estimularon para que se traslade a perfeccionarse a Estados Unidos. Él aceptó y se trasladó a Nueva York a aprender composición, con el apoyo de sus padres, que incluso lo fueron a dejar, con toda la pena que significaba alejarse de su hijo.
Fue allí cuando un día se encontró con un amigo, también músico chileno, que le comentó que estudiaba con un maestro que también era compatriota. Se trataba de Claudio Arrau, uno de los más destacados pianistas del siglo XX alrededor del mundo y que estaba radicado en Nueva York desde 1943, donde fundó su academia.
Arrau no era aún la figura mundialmente valorada que llegó a ser y como no daba tantos conciertos, concentraba su tiempo en la enseñanza. Posteriormente, Alfonso Montecino comentaría a sus familiares que como profesor, Arrau era muy amable y tranquilo. Nunca tuvo una palabra dura para él y, como era la tradición de los grandes maestros alemanes, no cobraba por sus clases.
Fueron siete años de un intenso aprendizaje que dejó una huella imborrable: "El maestro Arrau fue mi guía y mi compañero. Fue un honor y un orgullo ser su alumno", comentaría posteriormente el músico local en una entrevista con El Austral de Osorno de julio de 2007.
Alfonso Montecino contrajo matrimonio en Nueva York con Siri Garson, cantante descendiente de noruegos. Fue el 16 de septiembre de 1950. La pareja tuvo tres hijos -Ingrid, Pilar y Jorge- y cuatro nietos, todos ellos residentes en Estados Unidos.
El mismo año que se casó, se había consagrado como concertista en el Carnegie Hall de Nueva York, gracias a la preparación de Claudio Arrau.
Luego vendrían presentaciones en destinos tan diversos como Berlín, Londres, Roma, Oslo, París, Budapest, Moscú, Shangai, Hong Kong y, por cierto, distintos puntos de nuestro país.
"He tocado en lugares muy alejados como Teherán, donde habían -antes de la Revolución Islámica- dos orquestas muy buenas y los músicos eran muy bien pagados. Toqué también en la Patagonia, en Cerro Sombrero, con mi señora; sin duda ese fue el lugar más exótico. Además toqué en Bombay, Letonia y Lituania", entre otros países, comentó en la entrevista con El Austral de Osorno, el año 2007.
El 28 de agosto de 1985 tocó como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Chile, dirigida por Víctor Tevah, en la Catedral de Santiago.
Por esos años y ya desde 1966, era profesor de la Universidad de Indiana, en Bloomington, donde jubiló en 1988. Fue a esta universidad a la que donó gran parte de su legado, donde destacaban partituras, bosquejos de una colección de composiciones, recortes de diarios, programas de conciertos, fotografías y también artículos personales vinculados a su carrera artística.
Pesar entre músicos
La noticia del fallecimiento de Alfonso Montecino ha calado fuerte entre quienes lo conocieron o son admiradores de su legado.
Es el caso de Flora Inostroza, la osornina presidenta de la Corporación Semanas Musicales de Frutillar: "Estamos muy apenados, pues es el músico de mayor prestigio que hemos tenido en Osorno y que debiera ser recordado como tal: un pianista de gran talento y esfuerzo, que nunca dejó de ser un prócer de la interpretación y un excelente compositor".
Inostroza recordó que el sur nunca lo olvidó y que -como retribución- él tampoco dejó de recordar su historia en Osorno. "Siempre que llegaba a Chile venía a su tierra natal. Nosotros en la Corporación de las Semanas Musicales siempre lo tuvimos como un destacado pianista", recalcó.
Claudio Broussaingaray, director del Conservatorio Carolina Klagges y cónsul de Francia, coincidió en el emocionante recuerdo: "Alfonso representaba la imagen de un Dios del piano; es una lástima su muerte. Yo lo conocí a los 6 ó 7 años, cuando llegó al conservatorio a visitar a la señorita Lucy Klagges, hermana de Carolina, que fue su profesora. Recuerdo que en esa ocasión a algunos alumnos nos llevaron a un concierto de piano de él, en el Teatro Principal. Fue emocionante".
Broussaingaray recordó que ya estando al frente del conservatorio -en 1999- aprovecharon una visita a la ciudad del maestro y acordaron realizar una clase magistral para los alumnos.
"Fue como un curso colectivo y todos los alumnos tocaron frente a él y los corrigió. Fue algo muy estimulante. Él siempre estuvo muy preocupado del conservatorio y nos ayudaba", recalcó.
A su vez, Jorge Zepeda, director del Centro Cultural Sofía Hott, lo calificó como una persona muy sencilla, a pesar de haber sido uno de los mejores pianistas chilenos de todos los tiempos.
"Me preocupa cómo a nivel de Santiago no se le ha dado la importancia que merece y no se ha mencionado que murió uno de los más grandes pianistas nacionales. Diría que es uno de los más importantes después de Claudio Arrau, sin quitarle la importancia que tienen Roberto Bravo y Alfredo Perl, porque ellos son de nuevas generaciones", apuntó.
Orlando Torrijos, reconocido programador de música clásica y asesor de la Corporación Semanas Musicales, rememoró los conciertos que Alfonso ofreció en el Teatro Municipal, los cuales presenció mientras era alumno del Liceo de Hombres. Luego se conocieron personalmente, porque su padre trabajaba en la Cruz Roja y tenía contacto con el médico padre de Montecino.
"Fue uno de los más grandes del piano, por eso me parece injusto que nunca se le haya entrega un Premio Nacional, porque se lo merecía con creces", recalcó.
Con todos estos antecedentes y valoración, es evidente que un gran homenaje a esta figura central de la música osornina es una gran tarea pendiente, que si bien ya no se cumplió en vida tendrá que ser de manera póstuma, de manera que su recuerdo permanezca siempre en la memoria local.
329 conciertos, 69 de ellos en Chile, figuran en el registro de Alfonso Montecino, al cual se suman más de 50 composiciones.
El 21 de abril de 1959, con Carlos Follert como alcalde de Osorno, fue distinguido como Hijo Ilustre de la ciudad de Osorno.
Equipo Espectáculos
1924
nació Alfonso Montecino Montalva, hijo del doctor Alfonso Montecino y de Guillermina Montalva.
1933
fue matriculado en el Conservatorio Carolina Klagges, donde aprendió a tocar el piano.
1947
finalizó sus estudios de piano en el Conservatorio de Santiago. Allí lo entusiasmaron con ir a EE.UU.
El pianista junto a su hermana Florencia, en una visita a la ciudad el año 2007.
A la derecha, junto a su esposa, Siri Garson. Al centro, junto a su hermana Florencia, en 1943.
Los padres de Alfonso: el médico pediatra Alfonso Montecino Rosas y Guillermina Montalva.