Una investigación encontró que la satisfacción que produce el primogénito es un sólido predictor de si una pareja decide tener más hijos.

El estudio fue elaborado por el Instituto de Investigación Demográfica de Rostock, en Alemania, y la Universidad de Western Ontario, en Canadá, y reunió datos extraídos de un estudio alemán desarrollado entre 1984 y 2010.

De esa muestra, 2.106 personas que habían tenido su primer hijo fueron entrevistadas acerca de los niveles de satisfacción en su vida, más allá de la felicidad de ser padres, según comentó uno de los autores a la revista Time.

"No les preguntamos a los padres acerca de la felicidad en relación a la paternidad porque hay una fuerte presión implícita de ser feliz", dijo Mikko Myrskyla, del instituto alemán.

De acuerdo con los autores, tener un primer niño es un curso intensivo de crianza. Por ello, tener un segundo se convierte en una decisión más informada. Esto puede jugar de distintas maneras. Por ejemplo, en el caso de los padres de un recién nacido sin complicaciones, es probable que la situación sea vista como una experiencia positiva, por lo que los nuevos padres serán más propensos a tener más hijos.

Cerca de un 58% de las parejas que reportaron al menos 3 puntos de pérdida en su nivel de felicidad tuvieron un segundo hijo dentro de los diez años posteriores al nacimiento del primogénito. Sin embargo, esa cifra se disparó a un 66% en el caso de los padres que no experimentaron un declive en su felicidad.

Pasar mucho tiempo conectado a Internet puede aumentar el riesgo de contraer un resfrío o gripe debido a que el sistema inmunológico se debilita.

Esa fue la conclusión a la que llegó un estudio realizado por investigadores de las universidades de Swansea y Milán, quienes creen que la razón de esto reside en el hecho de que las personas adictas a la web suelen estar más aisladas, y como resultado de ello, tienen un sistema inmune debilitado.

Según consignó el medio británico Daily Mail, los autores encontraron que este fenómeno tendría relación con la falta de interacción con otras personas y el menor tiempo pasado al aire libre expuestos a gérmenes.

Estudios anteriores también han encontrado que la gente que pasa mucho tiempo conectada a Internet experimenta mayores problemas para dormir, tienen peores hábitos alimenticios, realizan menos actividad física y tienden a fumar y beber más alcohol.

Estos comportamientos pueden dañar el sistema inmunológico e incrementar la vulnerabilidad a ciertas enfermedades, señalaron los científicos.

"Encontramos que el impacto de Internet en la salud de las personas fue independiente de una serie de otros factores, como depresión, problemas para dormir y soledad, los que están asociados con niveles altos de uso de Internet y también con mala salud", sostuvo Phil Read, profesor de la Universidad de Swansea y uno de los autores del informe.

Los académicos analizaron a 500 personas de entre 18 y 101 años. La revisión encontró que aquellos que reportaron problemas de uso excesivo de Internet también sufrieron más síntomas de resfrío y gripe que aquellos que pasaron menos tiempo en línea.

Cerca del 40% de la muestra mostró niveles leves o graves de adicción a Internet, una cifra que no varió entre hombres y mujeres.

La gente con mayores niveles de adicción a Internet tuvo cerca de un 30% más de síntomas de resfrío y gripe que quienes tuvieron un uso menos problemático de Internet.

Asimismo, los investigadores hallaron que las personas que son adictas a Internet pueden sufrir más estrés cuando están desconectados de la web.

Este ciclo de estrés y alivio vinculado con la adicción a Internet puede llevar a niveles irregulares de cortisol, una hormona que impacta en el sistema inmunológico, aseguró el equipo del profesor Read.

"También puede ser que las personas que pasaron más tiempo solas en Internet redujeron su función inmune debido a que, sencillamente, no tuvieron suficiente contacto con otros y sus gérmenes", agregó el académico.

El grupo de científicos encontró que la mayoría de la gente dijo usar Internet durante seis horas diarias en promedio.

Por otro lado, una minoría admitió permanecer online por más de diez horas al día, generalmente utilizando las redes sociales.

Distintos usos

Los responsables del estudio detectaron diferencias entre la forma en que hombres y mujeres utilizan la red.

Las mujeres se mostraron más propensas a usar sitios de redes sociales y de compras, mientras que los hombres fueron más asiduos a usar Internet para jugar y ver pornografía.

Pese a ello, los autores señalaron que el tipo de uso que se le da a Internet no tiene relación con el impacto en el sistema inmune. Simplemente, si el uso es excesivo, se corre el riesgo de enfermarse más a menudo.

En un experimento anterior, este mismo equipo descubrió que las personas que tienen un uso problemático de Internet se vuelven más impulsivas después de estar conectados. En 2013, ambas universidades (de Milán y Swansea) también encontraron que la gente joven que accede a la red por periodos largos de tiempo pueden sufrir síntomas de abstinencia similares a los que sienten las personas que abusan de las drogas o el alcohol.

Hace unos meses estaba conversando con mi tía:

-La próxima semana tengo que ir a visitar a un grupo de gente mayor.

-¡Ah, qué interesante. ¿Qué hace usted allá?, le pregunté.

-Les llevo comida y otras cosas que necesitan para pasar una linda Navidad, y vamos en grupo para hacerles pasar un buen rato.

-Y ¿son ellos ya gente mayor?

-Sí, claro.

-Pero ¿y usted, tía?, ¿no se considera usted una persona mayor?

Y ella empezó a reírse. Mi tía acaba de cumplir 89 años. Ella cocina para sus hijos, nietos y bisnietos, cuando la visitan; es muy activa en una organización que promueve encuentros y fiestas. A finales del año pasado incluso escribió y dirigió una pieza de teatro. Pinta bellos cuadros. Muy a menudo sale sola, utilizando transporte público en la enorme capital de São Paulo. Varias veces viajó sola en avión para visitar a su hija en Florida, y lo quiere hacer nuevamente este año.

Mi tía no se siente "anciana"; tampoco piensa que es una persona mayor, o lo que hoy comúnmente se llama "de la tercera edad". Está decidida a continuar con su vida activa, feliz y saludable, ayudando a los que pueda.

El concepto de vejez es muy relativo. Cuando yo tenía 30 años, una de mis sobrinas tenía 15, y un día me dijo: "Tía, tú eres vieja". Yo solo me reí. Hoy vive en Chile con su esposo y dos niños. Le escribí y le pregunté si se siente "vieja", ahora que tiene poco más de 30 años. Ella me contestó: "Solo me siento con más madurez, pero no 'vieja'. Soy más comprensiva, soluciono problemas más fácilmente, me acepto como soy mucho mejor que antes".

Esto les ocurre a muchas personas. Pero nuestros conceptos pueden cambiar, y cambiar para mejor. Por eso, el concepto de edad y de vejez no necesita estar basado en lo que la mayoría piensa. Yo prefiero pensar de la manera como lo explica la teóloga cristiana Mary Baker Eddy, que describe el cristianismo como una ciencia para ser comprendida y aplicada en la vida diaria: "El hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo" … "Jamás registres la edad. … El hombre, gobernado por la Mente inmortal, es siempre bello y sublime. Cada año que pasa desarrolla sabiduría, belleza y santidad".

"Hombre" en este caso es el término genérico para hombres y mujeres, adultos y niños. Para mí, la afirmación de Eddy es lógica y coherente. Además, explica no sólo el caso de mi tía y de mi sobrina, sino también el de una atleta alemana. Johanna Quaas entró en el libro Guinness World Records como la gimnasta de más edad del mundo. Sus movimientos en las barras paralelas y en el suelo demuestran dominio, equilibrio, fuerza y un gran amor por lo que hace. Al contrario de lo que se cree sobre los ancianos, su ejemplo enseña claramente que la alegría, la lucidez y las actividades físicas no dependen de la edad. En 2014, Quaas cumplió 88 años.

Para vivir bien, sentirse contento y saludable en cualquier época, hay que aceptar que la experiencia de vida es mental. Mari Milone, de Uruguay, lo confirma. En un determinado momento empezó a sentir dolor en la cadera, y le vino el pensamiento: "Ah, es la edad". Pero en seguida se dio cuenta de que eso no era lo que había aprendido sobre Dios y sobre sí misma. Ella podía aceptar que el "hombre espiritual de la creación divina" no experimenta decadencia ni deterioro. Esas ideas le dieron tranquilidad. Al reflexionar más sobre eso, volvió a caminar normalmente y se sanó.

Si cada vez más personas empiezan a considerarse "ni joven ni viejo", si dejan de poner énfasis en la edad, y comienzan a disfrutar cada momento y cada día como una oportunidad para expresar más sabiduría y felicidad, las sociedades experimentarán una transformación radical, pues entonces veremos muchos otros ejemplos de superación de limitaciones de la edad en todo el mundo.

Leide Lessa

Una investigación encontró que la satisfacción que produce el primogénito es un sólido predictor de si una pareja decide tener más hijos.

El estudio fue elaborado por el Instituto de Investigación Demográfica de Rostock, en Alemania, y la Universidad de Western Ontario, en Canadá, y reunió datos extraídos de un estudio alemán desarrollado entre 1984 y 2010.

De esa muestra, 2.106 personas que habían tenido su primer hijo fueron entrevistadas acerca de los niveles de satisfacción en su vida, más allá de la felicidad de ser padres, según comentó uno de los autores a la revista Time.

"No les preguntamos a los padres acerca de la felicidad en relación a la paternidad porque hay una fuerte presión implícita de ser feliz", dijo Mikko Myrskyla, del instituto alemán.

De acuerdo con los autores, tener un primer niño es un curso intensivo de crianza. Por ello, tener un segundo se convierte en una decisión más informada. Esto puede jugar de distintas maneras. Por ejemplo, en el caso de los padres de un recién nacido sin complicaciones, es probable que la situación sea vista como una experiencia positiva, por lo que los nuevos padres serán más propensos a tener más hijos.

Cerca de un 58% de las parejas que reportaron al menos 3 puntos de pérdida en su nivel de felicidad tuvieron un segundo hijo dentro de los diez años posteriores al nacimiento del primogénito. Sin embargo, esa cifra se disparó a un 66% en el caso de los padres que no experimentaron un declive en su felicidad.

Pasar mucho tiempo conectado a Internet puede aumentar el riesgo de contraer un resfrío o gripe debido a que el sistema inmunológico se debilita.

Esa fue la conclusión a la que llegó un estudio realizado por investigadores de las universidades de Swansea y Milán, quienes creen que la razón de esto reside en el hecho de que las personas adictas a la web suelen estar más aisladas, y como resultado de ello, tienen un sistema inmune debilitado.

Según consignó el medio británico Daily Mail, los autores encontraron que este fenómeno tendría relación con la falta de interacción con otras personas y el menor tiempo pasado al aire libre expuestos a gérmenes.

Estudios anteriores también han encontrado que la gente que pasa mucho tiempo conectada a Internet experimenta mayores problemas para dormir, tienen peores hábitos alimenticios, realizan menos actividad física y tienden a fumar y beber más alcohol.

Estos comportamientos pueden dañar el sistema inmunológico e incrementar la vulnerabilidad a ciertas enfermedades, señalaron los científicos.

"Encontramos que el impacto de Internet en la salud de las personas fue independiente de una serie de otros factores, como depresión, problemas para dormir y soledad, los que están asociados con niveles altos de uso de Internet y también con mala salud", sostuvo Phil Read, profesor de la Universidad de Swansea y uno de los autores del informe.

Los académicos analizaron a 500 personas de entre 18 y 101 años. La revisión encontró que aquellos que reportaron problemas de uso excesivo de Internet también sufrieron más síntomas de resfrío y gripe que aquellos que pasaron menos tiempo en línea.

Cerca del 40% de la muestra mostró niveles leves o graves de adicción a Internet, una cifra que no varió entre hombres y mujeres.

La gente con mayores niveles de adicción a Internet tuvo cerca de un 30% más de síntomas de resfrío y gripe que quienes tuvieron un uso menos problemático de Internet.

Asimismo, los investigadores hallaron que las personas que son adictas a Internet pueden sufrir más estrés cuando están desconectados de la web.

Este ciclo de estrés y alivio vinculado con la adicción a Internet puede llevar a niveles irregulares de cortisol, una hormona que impacta en el sistema inmunológico, aseguró el equipo del profesor Read.

"También puede ser que las personas que pasaron más tiempo solas en Internet redujeron su función inmune debido a que, sencillamente, no tuvieron suficiente contacto con otros y sus gérmenes", agregó el académico.

El grupo de científicos encontró que la mayoría de la gente dijo usar Internet durante seis horas diarias en promedio.

Por otro lado, una minoría admitió permanecer online por más de diez horas al día, generalmente utilizando las redes sociales.

Distintos usos

Los responsables del estudio detectaron diferencias entre la forma en que hombres y mujeres utilizan la red.

Las mujeres se mostraron más propensas a usar sitios de redes sociales y de compras, mientras que los hombres fueron más asiduos a usar Internet para jugar y ver pornografía.

Pese a ello, los autores señalaron que el tipo de uso que se le da a Internet no tiene relación con el impacto en el sistema inmune. Simplemente, si el uso es excesivo, se corre el riesgo de enfermarse más a menudo.

En un experimento anterior, este mismo equipo descubrió que las personas que tienen un uso problemático de Internet se vuelven más impulsivas después de estar conectados. En 2013, ambas universidades (de Milán y Swansea) también encontraron que la gente joven que accede a la red por periodos largos de tiempo pueden sufrir síntomas de abstinencia similares a los que sienten las personas que abusan de las drogas o el alcohol.

Hace unos meses estaba conversando con mi tía:

-La próxima semana tengo que ir a visitar a un grupo de gente mayor.

-¡Ah, qué interesante. ¿Qué hace usted allá?, le pregunté.

-Les llevo comida y otras cosas que necesitan para pasar una linda Navidad, y vamos en grupo para hacerles pasar un buen rato.

-Y ¿son ellos ya gente mayor?

-Sí, claro.

-Pero ¿y usted, tía?, ¿no se considera usted una persona mayor?

Y ella empezó a reírse. Mi tía acaba de cumplir 89 años. Ella cocina para sus hijos, nietos y bisnietos, cuando la visitan; es muy activa en una organización que promueve encuentros y fiestas. A finales del año pasado incluso escribió y dirigió una pieza de teatro. Pinta bellos cuadros. Muy a menudo sale sola, utilizando transporte público en la enorme capital de São Paulo. Varias veces viajó sola en avión para visitar a su hija en Florida, y lo quiere hacer nuevamente este año.

Mi tía no se siente "anciana"; tampoco piensa que es una persona mayor, o lo que hoy comúnmente se llama "de la tercera edad". Está decidida a continuar con su vida activa, feliz y saludable, ayudando a los que pueda.

El concepto de vejez es muy relativo. Cuando yo tenía 30 años, una de mis sobrinas tenía 15, y un día me dijo: "Tía, tú eres vieja". Yo solo me reí. Hoy vive en Chile con su esposo y dos niños. Le escribí y le pregunté si se siente "vieja", ahora que tiene poco más de 30 años. Ella me contestó: "Solo me siento con más madurez, pero no 'vieja'. Soy más comprensiva, soluciono problemas más fácilmente, me acepto como soy mucho mejor que antes".

Esto les ocurre a muchas personas. Pero nuestros conceptos pueden cambiar, y cambiar para mejor. Por eso, el concepto de edad y de vejez no necesita estar basado en lo que la mayoría piensa. Yo prefiero pensar de la manera como lo explica la teóloga cristiana Mary Baker Eddy, que describe el cristianismo como una ciencia para ser comprendida y aplicada en la vida diaria: "El hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo" … "Jamás registres la edad. … El hombre, gobernado por la Mente inmortal, es siempre bello y sublime. Cada año que pasa desarrolla sabiduría, belleza y santidad".

"Hombre" en este caso es el término genérico para hombres y mujeres, adultos y niños. Para mí, la afirmación de Eddy es lógica y coherente. Además, explica no sólo el caso de mi tía y de mi sobrina, sino también el de una atleta alemana. Johanna Quaas entró en el libro Guinness World Records como la gimnasta de más edad del mundo. Sus movimientos en las barras paralelas y en el suelo demuestran dominio, equilibrio, fuerza y un gran amor por lo que hace. Al contrario de lo que se cree sobre los ancianos, su ejemplo enseña claramente que la alegría, la lucidez y las actividades físicas no dependen de la edad. En 2014, Quaas cumplió 88 años.

Para vivir bien, sentirse contento y saludable en cualquier época, hay que aceptar que la experiencia de vida es mental. Mari Milone, de Uruguay, lo confirma. En un determinado momento empezó a sentir dolor en la cadera, y le vino el pensamiento: "Ah, es la edad". Pero en seguida se dio cuenta de que eso no era lo que había aprendido sobre Dios y sobre sí misma. Ella podía aceptar que el "hombre espiritual de la creación divina" no experimenta decadencia ni deterioro. Esas ideas le dieron tranquilidad. Al reflexionar más sobre eso, volvió a caminar normalmente y se sanó.

Si cada vez más personas empiezan a considerarse "ni joven ni viejo", si dejan de poner énfasis en la edad, y comienzan a disfrutar cada momento y cada día como una oportunidad para expresar más sabiduría y felicidad, las sociedades experimentarán una transformación radical, pues entonces veremos muchos otros ejemplos de superación de limitaciones de la edad en todo el mundo.

Leide Lessa