Invernadero familiar permite cosechar hasta 120 kilos de tomates al año
Purranque. Los Paillahueque Díaz partieron con una pequeña producción familiar hace 18 años en el mismo terreno de su casa. Ahora venden productos orgánicos en su comuna, Puerto Montt y Osorno.
Aunque no alcanzan a tener una hectárea de extensión la familia Paillahue Díaz ha hecho de su tierra, ubicada en el sector de Los Ángeles - a ocho kilómetros de la ciudad de Purranque camino a Crucero- , un fértil espacio para el cultivo de diferentes hortalizas y son capaces de decir con orgullo que actualmente los productos que brotan desde su pequeña tierra, se encuentran distribuidos en diversas mesas de restaurantes, instituciones y empresas de grandes ciudades de la región como Puerto Montt y Osorno, además de su comuna.
"En tan sólo un metro cuadrado de espacio, puedes llegar a cultivar hasta doce plantas de tomates (en altura) que en una temporada, te pueden dar 10 kilos cada una. Es decir, en una sola temporada tienes una producción de 120 kilos que si la transformas a dinero, se puede convertir en un gran ahorro para una familia en el año", dice con entusiasmo Paulo Paillahueque mientras muestra el rendimiento a "full" que le saca a sus ocho invernaderos.
En ellos, junto a su madre, planta zapallos, pepinos, lechugas, perejil, achicorias, acelgas, ciboullette, espinacas, sandías y melones, además de otras variedades de hortalizas y frutas que a pesar de estar en pleno mes de mayo donde el frío y la lluvia están presentes en el ambiente, brotan como en el mejor día de primavera.
Este técnico agrícola se entusiasma al hablar de un proyecto familiar que comenzó hace 18 años atrás cuando su madre (Elena Díaz), comenzó plantando un par de semillas para probar cómo le iba (al aire libre primeros y en un invernadero después) que con el tiempo se convirtió en una empresa familiar y que actualmente es reconocida en toda la provincia con el nombre de Hortalizas de la Zona de Purranque.
"Actualmente en la comuna entrego hortalizas a colegios, empresas, bancos, al hospital y a otros servicios de salud", señala Paulo quien dice que el secreto de la producción familiar es hacer rendir al máximo los 1.400 metros cuadrados de invernaderos (poco menos de 0,3 hectáreas) que poseen, junto a una serie de elementos tecnológicos que fueron implementándose poco a poco a través de proyectos.
El Secreto familiar
Para Paulo y su núcleo familiar compuesto por padres, hijo y hasta sobrinas, el éxito de la producción está en mantener el proceso totalmente orgánico y aprovechar al máximo los mismos elementos que entrega la tierra para volver a nutrirla.
Por lo mismo dentro del terreno tienen varios espacios dedicados al compostaje (abono orgánico), compuestos por los mismos desechos vegetales que se dan en el lugar además de espacios dedicados a la crianza de lombrices (elaboración de humus) y elementos que entregan energía y calor a los invernaderos, alimentados con energía solar a través de paneles fotovoltaicos.
"Esto no se logró inmediatamente, sino que fue proyecto tras proyecto, donde hubo que lucharla en muchos casos para ir armando un invernadero tras otro. A veces con gente que ni siquiera creía en uno, pero que cuando ahora ve los resultados, se da cuenta de lo equivocada que estaban".
Eso sí admite Paulo, el impulso provino varios años atrás cuando cursó un taller de Autoconsumo promovido por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi).
"Ahí me di cuenta del ahorro al que se puede llegar. Por ejemplo, si consumes una lechuga diaria ($500) puedes llegar a ahorrar 15 mil pesos al mes y si lo multiplicas al año...imagínate", reflexiona Paulo quien recomienda este tipo de cultivo a todo nivel.
el negocio
Por lo mismo, para la familia la idea comenzó a tomar mayor importancia y comenzó a replicar la fórmula en diferentes cultivos, hasta ahora que logra tener más de 10 hortalizas diferentes.
Elena Díaz, madre de Paulo, señala que los comienzos de estas plantaciones fueron bien simples.
"Primero comencé plantando al aire libre y luego se hizo un invernadero donde apenas cabían cinco plantas de tomate por aquí y cinco de lechugas por allá", detalla Elena quien indica que sus vecinos al saber que cultivaba a pesar del invierno comenzaron a comprarles y luego a recomendarlos.
"Luego a aumentaron los pedidos hasta que tuvimos que comenzar a crecer y a plantar otra variedad de hortalizas y actualmente ya tenemos clientes en toda la región", dice Elena mientras recorre uno de los invernaderos que mantiene afuera de su casa.
una fuente sin fin
Gracias al emprendimiento familiar, Paulo es reconocido en la zona por el rendimiento que le saca a la tierra. Por lo mismo fue contratado pro medio del municipio de Purranque en un proyecto del Fosis, donde trabaja junto a un grupo de familias de distintos sectores rurales de la comuna, enseñándoles todo acerca de cómo sacarle el máximo provecho a la tierra, sin desgastarla.
"Para lograr esto, no hay que ser egoísta, hay que compartir los conocimientos que uno tiene con otras personas. Por lo mismo en la página que tenemos en Facebook, muchas veces damos los pasos de todo lo que hacemos para que la gente aprenda", dice el técnico agrícola.
Por eso por estos días se está preparando para lo que viene, ya que dentro de los próximos meses deberá comenzar a impartir talleres de autoconsumo a colegios, donde los niños y jóvenes de la comuna aprenderán desde pequeños a cuidar y hacer rendir la tierra y también ayudar de alguna forma a la economía familiar.
En los 1.400 metros cuadrados de invernaderos, la familia Paillahueque Díaz cultiva durante todo el año diferentes tipos de hortalizas.
Pepinos zapallos, lechugas, perejil, achicoria, espinacas, ciboullette y otras hortalizas, son vendidas en la zona.