Hannah Arendt, la vida como espectáculo
Fue una fumadora empedernida y nunca pudo levantarse sin tomar dos o tres tazas de café.
Es fácil imaginarla -en esos días finales en que cayó desmayada a la entrada de su edificio en Nueva York- sorbiendo una taza mientras fuma y escribe afiebradamente inclinada sobre el escritorio. Está ocupada en la obra de Heidegger, cuyo examen podrá emprender ahora que él, ya demasiado viejo -piensa-, no podrá molestarse cuando se entere.
La izquierda piensa que soy conservadora y los conservadores piensan que soy de izquierda o inconformista o quién sabe qué. Pero a mí todo eso me tiene sin cuidado. No creo que las preguntas reales de este siglo puedan iluminarse con ese tipo de cosas.
Ella no renunció a pensar ni siquiera en los peores momentos y nunca permitió que la emoción nublara su racionalidad. El especialista en mística judía Gershom Scholem llegó a considerarla despiadada, por concentrarse con ahínco en describir a Eichmann como un simple funcionario en vez de dejar que su fervor moral frente a los crímenes se inflamara. Su empeño por pensar sin ataduras de ninguna índole, la llevó a rechazar los puestos académicos fijos, con la excepción de un nombramiento parcial en la New School for Social Research.
Ella quiso, ante todo, ser una escritora independiente.
Apareció en el mundo, como diría ella, en Königsberg -había nacido en Hannover, pero creció en esa ciudad que hoy pertenece a Rusia, la misma en que vivió Kant- y supo que era judía sin que nunca su familia se lo dijera. "No amo a los judíos, ni creo en ellos -declaró alguna vez-, simplemente pertenezco a ellos".
Estudió con Jaspers y con Heidegger, con quien mantuvo uno de los romances más duraderos de la historia intelectual: "Nadie lee ni ha leído nunca como tú", le insiste en su correspondencia.
Memorias
Cuando supo de su muerte, Heidegger, entonces un anciano, le confió a Jonas que de ahí en adelante sólo "le quedaba la tristeza". En su obituario, The New Yorker dijo que "ella más que nadie que haya vivido sabía absolutamente y con alegría qué significa pensar".