Antonia Zegers: "Juzgar limita tus posibilidades, te metes en una trinchera"
Cine. La actriz cuenta los pormenores de su personaje en "El Club", película de Pablo Larraín que se estrena este 28 de mayo.
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Un hombre juega en círculos con un perro galgo en un día borrascoso a la orilla del mar; una mujer refriega enérgica el suelo con agua y una escoba; un anciano mira la televisión con una manta en sus rodillas, mientras un hombre le pone entre las manos un vaso y lo conduce a beberlo; otro hombre cultiva una pequeña huerta donde asoman coliflores y acelgas. Ellos son los protagonistas de "El club", habitantes de una casa costera que tiene mucho de Purgatorio y lugar donde se marca el paso. Antonia Zegers es la de la escoba, una monja retirada, la guardiana de estos cuatro sacerdotes alejados a la fuerza de la sociedad.
- De muchas maneras, primero conversando con una señora que estaba retirada y que trabaja en el Hogar de Cristo cuidando viejitos. Me contó cómo operaba un convento y tenía una mirada parecida a lo que necesitaba. Me prendió la luz del quehacer compulsivo, más que de un espacio sicológico. Los personajes no siempre tienen un marco teórico racional; se instalan en contradicciones, en pulsiones, en espacios irracionales de actuar. Mónica tiene una pulsión por el hacer que la exime de sí misma, del tremendo rollo que tiene en su pasado, está obsesionada con estar en otros para no estar en sí misma, su hacer es una salida de ella misma. A mis personajes no me sirve juzgarlos, es muy limitado. Limitas las posibilidades de navegar, te metes desde tu trinchera. Me sirve entrar en el problema sin juzgarlo, creo que es mucho más atractivo.
- Compleja, más o menos nomás. La verdad es que cómo está administrada hoy la espiritualidad hace que se parezca más a un aparato político que a un espacio espiritual. Hace muchos años que está así. Es una institución muy poderosa, políticamente muy fuerte, tremendamente exclusiva y que se ha afirmado mucho, para sostener a sus fieles, en el miedo. Es una iglesia que en cierta medida en su estructura a mí me ha expulsado. Pero obviamente hay muchas excepciones, hay mucha gente ligada a la religión que hace cosas fantásticas, como en todo. Creo sí que soy una persona bastante espiritual. Muchas religiones me han entregado luces; tengo una mamá budista y tuve la suerte también de poder aproximarme a eso desde muy chica y la verdad es que me siento una persona espiritual, pero no ligada a ninguna religión en particular.
- Como director es uno muy interesante. Te obliga a estar en un presente absoluto porque las escenas se van construyendo muchas veces en el set. Llegas con tu texto aprendido pero muchas veces, y si no todas, tienes que estar dispuesto a que todo cambie y a construir escenas completamente distintas. Es como una olla a presión: estás en un presente muy interesante, por un lado, y por otro lado construyes una realidad otra, con mucha fuerza interna y muy pocos gestos externos. En "El club" muchas cosas fueron saliendo sobre la marcha y lo que hacía muy interesante construir el personaje era que no lo hacías desde un lugar lógico, sino que repente te topabas con informaciones que manejabas desde el principio del rodaje. Algo muy desafiante porque es como cuando a veces chocas con tu realidad, porque nadie anda con su realidad o con su biografía completa debajo del brazo. Muchas veces chocas con ella y eso es muy humano. En general en las estructuras dramáticas uno maneja mucha información y en la vida no es así, uno anda con fragmentos de su vida, lo que te sirve para vivir, lo otro uno lo entierra y de repente se te aparece. Y así fue apareciendo la historia de todos personajes.