lyevenesc@australosorno.cl
Diecisiete años han pasado desde que en 1998 comenzó el proceso de beatificación de monseñor Francisco Valdés Subercaseaux, el primer obispo de Osorno.
Años que según el sacerdote Capuchino Juan Bauer, padre de la parroquia San Leopoldo Mandic de Rahue Alto, son pocos al momento de concretar una beatificación, por lo que a su juicio el proceso se encuentra bien encaminado, ya que solo resta que un grupo de médicos entregue testimonio de la factibilidad de su milagro.
"Algunos procesos o casos llevan incluso hasta siglos para ser reconocidos o concretados por la Iglesia", dice el párroco alemán avecindado en Chile hace 40 años y quien resulta ser vice postulador de un proceso que estaría relativamente cercano a su cierre y del que sólo resta un trámite para ser resuelto.
el milagro
Según Bauer "en estos momentos la documentación que atestigua la vida y obra de santidad de monseñor Valdés está entregada en su totalidad, por lo que se ha cumplido de buena manera con la postulación, pero nos resta conocer la decisión médica acerca del caso de milagro que postulamos como atribuible a monseñor Valdés", indica el religioso que por varios años estuvo trabajando en la diócesis de Villarrica, Región de La Araucanía.
El caso sería el de una niña de 10 años que padeció una enfermedad muy grave de la cual no existía remedio médico, por lo que la familia pidió a Dios -bajo la intermediación de Francisco Valdés- que se sanara. Ello finalmente ocurrió sin que los médicos pudiesen hallar razón científica de la cura.
Por ello, en Roma se estaría llevando a cabo la última fase para beatificar al primer obispo de Osorno.
"Un médico ya determinó allá que lo que sucedió en aquel caso no tiene respuesta científica. En cambio hay otro médico que todavía no entrega su respuesta. Por ello habrá que recurrir a un tercero para determinar finalmente esta fase", señaló Bauer.
primera conversación
Juan Bauer pudo conocer a monseñor Valdés en un internado de los Capuchinos en Roma, mientras el párroco de la San Leopoldo Mandic se encontraba como novicio.
"Uno ya sabía de Chile, ya que en el internado existía un hall donde habían elementos identificadores del país, como una ruca, una machi, pájaros y animales, con el fin de que los estudiantes supieran que éste era un posible destino para nosotros", comentó el religioso.
"En un momento determinado apareció monseñor Valdés y nos impresionó a todos con su presencia y sus palabras de vocación hacia nosotros", señala Bauer, quien aclara que en aquella oportunidad conversó con él en alemán.
"Luego, cuando me encontraba en Chile, tuve la ocasión de verle y conversar" , contó.