Caiga quien caiga
En materia política, este verano ha transcurrido de manera inusual dado que no ha sido sólo descanso. Durante el mes de enero se concretaron notorios avances en las reformas políticas que la actual administración ofreció en su programa de gobierno, mientras que en febrero el llamado caso Penta ha compartido el escenario, por algunos días, con la polémica generada por Sebastián Dávalos Bachelet y el crédito que el Banco de Chile otorgó a la empresa de su cónyuge.
A través de las redes sociales, llámese twitter, facebook y whatsapp principalmente, es posible ver la reacción que los ciudadanos y las ciudadanas de a pie de nuestro país han tenido sobre estos hechos, que más allá de un caiga quien caiga, que se concrete en la renuncia de un personero o las explicaciones de parte de parlamentarios cuestionados, nuevamente ponen en discusión la relación que existe y debe existir entre la ética y la política.
La relación de la ética y la política ha sido materia de análisis por siglos, antes incluso que Sócrates abordara el tema en la antigua Grecia y sentara las bases para establecer que el fin último de la política es el bien común y lo que llamó la felicidad de los ciudadanos.
Una de las dimensiones de ello es lo que los mapuches conocen como el Kume Mongen, el Buen Vivir, en que la aspiración es lograr un equilibrio interior y exterior en cada persona, así como también equilibrio en sus relaciones sociales y con el Todo, que incluye el medio ambiente y los recursos naturales.
Este tiempo de vacaciones es especialmente apropiado para reflexionar, ojalá acompañado de una buena lectura, para que antes de quedar envueltos en lo que nos depara el próximo mes de marzo, útiles escolares y pagos varios incluido, nos demos tiempo para analizar y considerar qué es mejor para Chile y su destino. No quedarnos en la crítica pura y simple frente al actuar de una parte de la llamada clase política, sino pasar decididamente a la acción como ciudadanos libres e informados, capaces de sacar conclusiones de lo sucedido y convertirlas en principios y normas de acción cuyo cumplimiento exijamos a nuestras autoridades, para la construcción de una sociedad más justa, igualitaria e inclusiva.
Jaime Sotomayor Neculman