Rayueleros apuestan por el recambio con nuevas promesas en el tejo
Afición. Con menos experiencia pero el mismo entusiasmo frente al cajón, los más jóvenes toman el tejo y se entusiasman con el recambio generacional que les corresponde.
Mientras Franco Caamaño se prepara para lanzar el tejo, su abuelo -o "tata" como le dice con cariño- lo mira con expectación. Con un tiro ganador que cae justo en el centro, Franco logra el punto definitorio y pasa a la otra ronda de la competencia realizada este fin de semana frente a la Estación Vieja de Ferrocarriles, destinada a estusiasmar a los más jóvenes -y también a las mujeres- en esta disciplina que acaba de ser instaurada como deporte nacional.
Con sólo 12 años, Franco practica la rayuela como un profesional. Habla del tema con seriedad y de paso se declara admirador de su abuelo, Rigoberto Díaz, quien le traspasó la pasión que siente por este deporte popular que ya tiene el carácter por ley, debido a que representa parte de la imagen nacional.
Mientras limpia cuidadosamente sus tejos con un paño gris, Franco indica que "me gusta jugar a la rayuela, sobre todo porque ahora es reconocido. Fue mi abuelo quien desde chico me enseñó a jugarlo y ahora lo practico yo. El problema el día de hoy es que estamos jugando a seis metros y yo estoy acostumbrado siempre a hacerlo desde los 10", dice este joven, quien al mismo tiempo que habla, parece estudiar con la mirada a quien será su próximo rival en la competencia.
En tanto el "Tata" señala el orgullo que siente porque Franco haya tomado como propia una pasión que él ha cultivado por años. "Me gusta que juegue y que siga mis pasos, ya que la rayuela es un deporte sano y entretenido. Lo veo bien entusiasmado y me parece que él va a seguir jugando a medida que vaya creciendo", dice este hombre de 68 años de edad, que juega y se divierte periódicamente en el club de rayuela Angulo.
Suegro
Hasta hace unos meses Pablo Aravena no tenía ningún acercamiento con los tejos, pero sin saberlo, se involucró con una familia de rayueleros que lo llevaron a practicar esta disciplina con buenos resultados.
Pablo tiene 18 años y vive en el sector rural de Huillinco. Sin darse cuenta, su suegro Claudio Ríos lo involucró en un juego que para su familia es pasión.
"Mi suegro siempre me invitaba a verlo participar en cada campeonato que se hacía y hasta ahora hemos ido a hartos lados juntos. Fue él quien me metió en la rayuela", dice riendo.
Eso sí, Pablo admite ser un jugador novel, ya que en esto lleva poco más de dos meses. "Lo bueno es que ya le he agarrado el ritmo y me gusta jugar, por eso con mi suegro andamos para todos lados", agrega.
No obstante las cosas no le han sido fáciles. Hasta ahora ha enfrentado a personas con mucha más experiencia frente al cajón. "Esta es la primera vez que me toca participar en categoría Juvenil, así que ha sido una buena experiencia", finalizó.
Vestido con una polera que asemeja a la bandera de Chile, Claudio Ríos -el suegro de Pablo-, confiesa que viene de una larga familia de rayueleros. "Mi abuelo, mi padre y todos en mi familia son tejeros", dice orgullosos este hombre de 42 años.
"Yo me metí en esto gracias a mi padre que es un tejero reconocido y por lo mismo hice que mi yerno también adquiriera el gusto. Eso sí, debo decir que él fue quien me preguntó cómo era el juego y desde ahí que tratamos de participar en cada campeonato al que podemos asistir", dice Ríos.
Orgulloso, el hombre dice que su yerno hasta ahora ha asistido a tres o cuatro torneos de la disciplina, en los que incluso ha conseguido premios en donde ha participado.
"Yo noto que ya le pilló la esencia al juego y lo que más me gusta es que es joven, por eso puede avanzar harto en este deporte", remarca.
Por último, Claudio señala que la disciplina también los ha unido, ya que "si hay un torneo lo invito, y si en alguna oportunidad yo no tengo plata para asistir, entonces es él quien me invita", dice riendo.