¿Por qué guerrean los hombres? A) Genética B) Pobreza espiritual C) Desarrollo mental incipiente D) Ignorancia supina E) Sólo ambición F) Todas las anteriores.
Para qué estamos con cuentos, desde los primeros piedrazos entre cavernícolas hasta el sofisticado y carísimo armamento bélico de hoy, mucha sangre ha corrido bajo el puente. Ya sea por mamuts, oro, imperios, faldas y/o todo tipo de conquista terrenal (incluida religiosa), el troglosapiens de esta civilización jamás ha dejado de buscar camorra. Al respecto y sin ánimo de pelambre, las guerras hoy ya no son lo que eran. Como se sabe, antiguamente se luchaba fuerza a fuerza, cuerpo a cuerpo, mazazo a mazazo, fusil a fusil, hasta que se le ocurrió inventar armas más tétricas y poderosas que cualquier día nos desaparecen del mapa (DD.HH. incluidos) sin siquiera saber uno quién diantre fue. De hecho, el hombre es tan camorrero que hasta los países más pobres están saturados de armamento bélico, antiguo o en desuso que nos sell us los países very rich, en módicas sumas, of course!
En fin, en la tierra de las mil y una noches hay una especie de diálogo de sordos que desde hace décadas tiene al mundo pendiendo de un hilo, colgado del ánimo de Hezbollá, del último escándalo de Mr. President, la suspicacia sionista o el fanatismo de algún terrorista.
¿Como llegamos a esto? ¿Por un moreno que cree que un combustible moribundo es más importante que los hijos de nuestros hijos o un rubio que piensa que sus espeluznantes misiles son más poderosos que el dolor de una mamá? ¿Será acaso sólo asunto de venta de armas? Se dice que la guerra, como la farmacéutica, tráfico de droga, transgénicos y otros, es lo que mueve el pequeño mundo de los grandes negocios; sin embargo como es imposible comprobarlo no pasa de ser un pelambre.
Por supuesto, no es uno quién para seguir haciendo el ridículo con estos comentarios y menos descifrar algún por qué. Sin embargo, no hay que ser muy entendido para darse cuenta que a estas alturas poco importa que tan sofisticadas sean las guerras, impactantes las armas ni oscuros los motivos, pues detrás de cada guerra hay algo que nada ha cambiado: el hombre. Eso sí aterra, ¿no cree?