Ha habido un rechazo colectivo a las manifestaciones eufóricas de miles de chilenos en diversos lugares, tanto en Chile como en Brasil, lugar donde se está celebrando la cita mundialista de fútbol.
La frenética celebración con fuertes dosis de alcohol, de actos vandálicos y con más de 500 buses del transporte público de Santiago dañados por el vandalismo y disturbios con motivo a los triunfos de la selección chilena.
Además el comportamiento delictual de chilenos falsificando documentos y de cerca de un centenar de deportados por querer ingresar a la fuerza al estadio Maracaná, revela el problema social y cultural de nuestros compatriotas.
Se precisa con urgencia mayor rigurosidad a esta conducta deplorable, no es un asunto de educación, pues muchos de los que participan son estudiantes universitarios y otros profesionales, pero con una carencia valórica impresionante.
Nuestra sociedad está influenciada por el materialismo, y esto conlleva al consumismo y hedonismo, a la pérdida de valores y la destrucción del núcleo familiar.
El desorden moral, la violencia natural y la tendencia a delinquir, es señal que Dios ha sido exiliado de las directrices de una nación, y esto es tremendamente trágico.
Creo con todo mi corazón que Dios ha creado al ser humano para vivir en comunión con su familia, asumiendo una ciudadanía responsable, bajo las leyes que él mismo ha establecido para la vida y la convivencia entre los hombres.
Las tormentas, el quebranto, los desequilibrios en la vida familiar, la inmoralidad y toda acción negativa, se producen cuando el hombre creado a su imagen y semejanza, y hecho de tal manera como para vivir bajo el gobierno de su Creador, neciamente lo exilia para no tener nada que ver con él.
Doy gracias a Dios por la ayuda de profesionales y hombres de bien, su aporte bien intencionado es valioso, pero no suficiente, necesitamos para la familia y nación el regreso de Dios, a sus ordenanzas y a una vida sencilla dirigida por los preceptos del evangelio.