Familias huilliches realizan primera cosecha de sandías y melones
Victoria Guerrero Cárdenas
Erico Silva y su esposa Rosaura, miembros de la comunidad huilliche Peñi Nehuen de San Pablo, desde siempre se han dedicado a la producción de hortalizas en su predio del sector de Lololhue Pueico, las que luego venden en la Feria Pedro Aguirre Cerda (PAC) de Osorno.
Lo que nunca imaginaron es que alguna vez tendrían la posibilidad de cosechar productos característicos de zonas cálidas y poco lluviosas del país. No obstante, recientemente se dieron el gusto de degustar melones y sandías producidos en un invernadero de su predio.
Es así como gracias a la motivación por escapar de lo tradicional, Erico y un grupo de siete personas de su comunidad llevaron a término aproximadamente 100 productos, entre ellos tres tipos de melones (calameño, tuna y melón de guarda), además de sandías.
De la siembra realizada en esta parcela demostrativa resultaron productos que no tenían nada que envidiarle a los traídos de la zona norte. Y aunque el color de los frutos era un poco más pálido que los tradicionales, el sabor dulce era mucho más intenso.
Jorge Romero, técnico de la Unidad Operativa San Pablo III de la Consultora Alerce, explica que esta última característica se debe a la calidad del agua del sistema de riego, la cual era extraída desde una vertiente, así como al abono natural y el sistema orgánico que utilizaron en todo el proceso, donde no ocuparon fertilizantes artificiales ni mucho menos químicos de control de plagas.
Fueron seis meses desde que comenzó el proceso de siembra en el marco del Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI) del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) y cinco de ellos se desarrollaron bajo invernadero y al aire libre, como método de prueba en distintos ambientes.
Esta idea surgió el año pasado, tras conversaciones que tuvieron estos pequeños productores con los técnicos de la consultora a cargo del proyecto.
Allí le contaron que uno de los productores del sector había tenido una primera experiencia con algunas semillas de melones sembradas en su invernadero, las que dieron frutos con características muy similares a los de la zona norte.
A partir de ello los técnicos de la Consultora Alerce tomaron la idea y decidieron habilitar una parcela demostrativa con tecnología agronómica, es decir, implementaron un invernadero y un sistema de riego, que lograron ejecutar gracias al financiamiento aportado por el Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI) del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap).
"Logramos construir un invernadero para darle las condiciones de clima a las plantas e instalamos un sistema de riego para proveer la hidratación suficiente", comentó el técnico agrícola Jorge Romero, quien precisó que la inversión en esos elementos alcanzó cerca de los 800 mil pesos.
De manera paralela comenzaron a plantar las pequeñas semillas de estos cuatro productos. Hicieron las plantaciones en maceteros y luego de tres semana de reposo las trasplantaron a los invernaderos.
Cuando realizaron ese proceso se dieron cuenta que las plantas necesitaban de un mayor espacio, por lo cual tuvieron que construir un segundo invernadero donde distribuyeron las 76 plantas.
En total plantaron 24 melones de guarda, 18 calameños, 18 tunas y 16 sandías. Todos fueron plantados bajo plástico. Ademas sembraron un par de plantas de estos tres productos al aire libre, pero sólo como método de prueba.
En este proceso el equipo de trabajo se dio cuenta que el clima en esta zona rural se caracteriza por poseer suelos bastante rojos, arcillosos, ácidos y con un bajísimo contenido de materia orgánica, por lo cual tuvieron que aplicar bastante abono de corral para darle la nutrición suficiente a las plantas y emplear un sistema de riego que funcionaría dos veces al día.
Si bien el sistema que utilizaron bajo plástico fue bastante exitoso, las plantas que se sembraron en el exterior fueron afectadas por las heladas y una mosca -que no lograron identificar- que afectaba el corazón del fruto.
El melón de guarda y calameño se heló, porque es una planta muy sensible a bajas temperaturas, igual que los zapallos. Mientras que las sandías lograron salir pero con tamaños muy pequeños que no sobrepasaban el tamaño de la mano.
El contraste del cultivo, entre aire libre y bajo plástico, a juicio del ingeniero agrónomo jefe técnico del programa, Juan Andrés López "fue tremendo, obteniendo en invernadero una cantidad importante de frutos a cosecha. Lo que nos demostró la factibilidad de llevar el cultivo a cosecha bajo ciertas condiciones que son fácilmente accesibles por los agricultores".
A partir de esta primera experiencia que se inició como un modo de producción para autoconsumo -con la posibilidad de incursionar en la venta en ferias- sirvió para evaluar y analizar las características de las plantas: si emite o no tallo, la contextura de la planta, las condiciones en las cuales crece, entre otras.
Para la próxima temporada esperan profesionalizar el cultivo mejorando las labores de éste. Se realizarán mejoras en la fertilización, poda de brotes y raleo de frutos.
"Es importante que nuestros usuarios conozcan además las realidades y experiencias de otros productores especializados en los cultivos, para internalizar las experiencias", precisó López.
Otro desafío apunta a mejorar el manejo agronómico del cultivo y para ello postularán a fondos concursables que les permitan realizar giras y construcción de invernaderos de mayor tamaño.
En Chiloé también se desarrollan iniciativas de este tipo, entre ellas la de una familia de Dalcahue que este mes también tuvo su primera cosecha de sandías. Una que va por su tercer año es Rosario Obando, quien ha desarrollado en la comuna de Queilen el inédito Festival de la Sandía Chilota. La isleña, que pertenece al programa de emprendimiento del Prodesal del municipio, decidió crear esta iniciativa con el objeto de mezclarla con las tradiciones gastronómicas insulares. El año pasado Obando cosechó 31 ejemplares, de las cuales una alcanzó los 13 kilos y medio de peso. La aparición de este fruto en sus cultivos fue por mera casualidad, luego que alguien lanzara unas semillas al interior de su invernadero.
"Logramos construir un invernadero para darle las condiciones de clima a las plantas e instalamos un sistema de riego para otorgarle la hidratación suficiente".
Jorge Romero
Técnico del proyecto