"Un buen paso adelante"
Mabel González / Agencias
El café ayuda a la concentración y a mantenerse despierto. Sin embargo, parece que sus efectos no se quedan ahí. De acuerdo con un estudio publicado ayer por la Universidad de Bonn y Lille (Francia), la cafeína ayudaría también a largo plazo contra el Alzheimer.
El equipo de investigación de las dos universidades descubrió en sus ensayos de laboratorio con ratones que una sustancia activa parecida a la cafeína impide el almacenamiento de la proteína Tau en el cerebro. El depósito de esas proteínas Tau es uno de los dos indicadores principales de la enfermedad de Alzheimer.
El efecto de la cafeína en otros indicadores como la proteína Beta-amiloide, uno de los principales responsables del Alzheimer, ya se ha probado con anterioridad en ratones. En esos estudios la cafeína redujo de forma significativa los niveles anormales de proteína Beta-amiloide.
Ahora el equipo de la profesora de Bonn Christa Müller y su colega David Blum de Lille constataron por primera vez el efecto de la cafeína también en la proteína Tau. Los primeros resultados del estudio se publicaron en la edición online de la revista especializada "Neurobiology of Aging".
La cafeína bloquea determinados receptores en el cerebro, que si no serían activados por el mensajero químico Adenosin. Este bloqueo tiene un efecto sobre las proteínas dañadas. La cantidad de la proteína pegajosa (conocida como Beta-amiloide) se reduce. El estudio actual muestra también el efecto contra los depósitos de Tau.
El ex presidente de la Sociedad Alemana de Geriatría Werner Hofmann calificó el estudio como un "comienzo francamente prometedor". Sin embargo, indicó que el camino es aún "demasiado largo".
Asimismo, llamó la atención sobre los limitados recursos de los equipos de investigación. "La profesora Müller recibe 30 mil euros de la Iniciativa de Investigación contra el Alzheimer (AFI) y su compañera de Lille investiga con casi 50 mil euros de la AFI francesa".
El alzheimer es la enfermedad degenerativa más frecuente entre la población. Tras ella se encuentra el Parkinson, un trastorno que conduce con el tiempo a una incapacidad progresiva, causado como consecuencia de la destrucción de cierto tipo de neuronas.
Ayer, una investgiación entregó nuevas luces de esta enfermedad. Investigadores españoles descubrieron una proteína humana en personas muertas con Parkinson que, en ratones y primates, inicia y extiende el proceso neurodegenerativo de este mal.
El instituto de investigación del Hospital del Vall d'Hebrón, en Barcelona, aseguró que este hallazgo podría abrir la posibilidad de detener la progresión del Parkinson, ya que permitirá desarrollar nuevos tratamientos para bloquear la expresión, la conversión patológica y la transmisión de la proteína.
La proteína en cuestión es la "a-sinucleína", que los investigadores extrajeron de cerebros de pacientes muertos con Parkinson. Cuatro meses después de inyectarla en ratones y nueve meses después de hacerlo en monos, los animales comenzaron a mostrar síntomas de la enfermedad.
Los roedores y los primates también presentaron después la proteína en otras áreas del cerebro, una extensión similar, según los investigadores, a la que se observa en el cerebro de los humanos tras varios años de evolución de la enfermedad.
La pérdida progresiva de neuronas que producen dopamina en una región cerebral conduce a los síntomas motores típicos que se aprecian en los pacientes que sufren Parkinson, entre ellos rigidez muscular, temblores y lentitud en los movimientos.
En el trabajo también participaron científicos de las universidades españolas de Navarra y Valencia, así como de la Burdeos (Francia), y fue publicado en la revista "Annals of Neurology".
La profesora de la Universidad de Bonn Christa Müller -quien fue una de las encargadas de la investigación sobre el Alzheimer- destacó el resultado del estudio como "un buen paso hacia delante". Esto, porque en su opinión refleja "efectos muy positivos y con efectos secundarios reducidos" en un modelo animal, donde la enfermedad se desarrolla de manera muy similar a los humanos. Se estima que esta enfermedad afecta a más de 35 millones de personas a nivel mundial.