Tres mayores de 30 relatan cómo el les cambió la vida
Victoria Guerrero Cárdenas.
Entre los 30 y 40 años, el profesor de Educación Física, Mauricio Segura, no practicó ningún tipo de deporte. Lo absorbió el sedentarismo, la computación, la televisión, el trabajo, estrés y la "buena mesa". Llegó a pesar 105 kilos. Predicaba y no practicaba.
"Estaba que explotaba", recuerda Mauricio, quien decidió cambiar su estilo de vida y dedicarse al running. Hoy, con 10 kilos menos, se prepara para la maratón de Santiago, que se realizará en abril y donde pretende correr 42 kilómetros.
Recuerda que el cambio de estilo de vida no fue fácil. La primera vez que corrió quedó muy mal. "Corrí 10 minutos y quedé muerto, pero insistí y me di cuenta que el trote me servía mucho", señala Segura mientras practica el trote en el Club Deportivo Olimpia.
"Acá entreno con jóvenes 20 años menores que yo. Eso me da vida e incentiva a continuar", dice Mauricio.
El docente corre 50 kilómetros por semana, trayecto dividido en cuatro salidas semanales, con un entrenamiento diario de por lo menos 10 kilómetros por jornada. Si bien tiene varias rutas, como los caminos a Las Quemas, a Puerto Octay o la avenida Manuel Rodríguez, esta última es su preferida, porque dice que la ciclovía le facilita el trote. Además, explica que el pavimento es más parejo y seguro.
Dice que practicar running se ha convertido en su "vicio sano", se siente bien de salud y mente. "Para mí es una obligación trotar", recalca Segura, incluso aquellos días cuando llueve o hay mucho humo. "Cuando pasan dos días que no salgo a trotar me siento gordo; me falta mi vicio", remarca.
"Llevaba una vida tranquila. Hace 3 años tuve mellizos. Subí bastante de peso, me bajó el autoestima. Verme con una guata abultada me complicó mucho (suspira)... lloraba mucho. Mi marido todos los días me decía corre Emilia, corre te va a pasar, hasta que un día le hice caso".
Así fue el inicio en el running de la asistente social Emilia Espinoza, quien muestra en su rostro que este conocido deporte le cambió la vida. Trota cinco o seis veces a la semana, dedica cerca de una hora al trote, donde recorre entre 10 y 30 kilómetros por día.
Este deporte no sólo le ha permitido mejorar su autoestima, bajar de peso, sino que también con la elongación posterior al trote ha podido eliminar las estrías que le había dejado su embarazo de mellizos.
Tuvo un inicio tortuoso. El primer día que salió a trotar se quebró un tobillo en un bache que había en la calle Amador Barrientos. Estuvo tres meses con yeso y cerca de uno sin hacer mucho esfuerzo con el pie.
"Pero ese año igual fui a la maratón de los 21 kilómetros, aunque después me dolía el pie, pero aguanté y seguí corriendo. En abril corro la maratón de 42 kilómetros", comenta esta madre.
Su reloj rosado mide las calorías que gasta, el kilometraje, hasta las pisadas que da y le muestra un registro semanal de lo que corre en la pista del Club Deportivo Olimpia, en la Villa Olímpica, calles y la ruta hacia Puerto Octay.
"Ha sido un proceso hermoso, porque correr te sana de todo", comenta esta asesora laboral del programa del Ingreso Ético Familiar.
Francisca Briones (9 años) es amante del atletismo y de la gimnasia rítmica. Su pasión y dedicación fueron los incentivos que llevaron a que su padre, Ricardo Briones, dejara una vida sedentaria, de excesos y desórdenes alimenticios para convertirse en uno de los runners que todos los días trota entre 15 y 17 kilómetros en cerca de una hora y media.
Este ingeniero en comercio exterior y empresario del transporte asegura que la motivación de su primera hija -de un total de cinco- y la necesidad de mejorar su estado de salud y bajar su sobrepeso lo llevó a cambiar su estilo de vida y practicar el deporte que hoy está de moda: runners.
Su primera incursión en este deporte, después de 10 años de intenso trabajo y sedentarismo, fue hace cerca de un año, en la corrida Milo, efectuada el 31 de marzo de 2013 en la plaza de la ciudad. "Era la primera corrida de mi hija. Decidí acompañarla como para dar el ejemplo de una vida sana y deportista. Corrimos dos kilómetros y medio y terminé muerto", recuerda Ricardo.
Desde esa oportunidad se enfocó en su objetivo de mejorar su estilo de vida, el cual ya venía acompañado de una mejor alimentación y mayor consumo de agua (3 litros por día), conducta que adoptó hacía varios meses tras encontrarse con un sobrepeso que lo llevó a alcanzar los 105 kilos, muy lejos de su peso normal de 64.
Fue así como cambió su forma de ver la vida. Trota todos los días, pese a las complicaciones de su trabajo, el cual le demanda mucho tiempo. Sin embargo, ahora se está preparando intensamente para la maratón de Santiago en la categoría 42 kilómetros.
"Esto me sirve para motivar a mi hija, que ha tenido muy buenos resultados en las corridas donde ha participado", comenta Briones, quien la ha acompañado en diversas competencias a nivel nacional.
Dice que este deporte le ha permitido bajar cerca de 15 kilos, compartir con sus hijas, porque "hasta hace un tiempo el único deporte que hacía era jugar playstation", remarca.
"Esto me sirve para motivar a mi hija, que ha tenido muy buenos resultados en las corridas donde ha participado".