"El tema ambiental no puede ser entendido sólo desde la urgencia, como si se tratara de una moda".
Apropósito del alza comunicacional en los temas directa o indirectamente vinculados al medio ambiente, he podido constatar que la opinión pública mayoritariamente hace suya la idea y percepción de que el tema ambiental es un problema que urge solucionar a la brevedad.
Cabe entonces preguntarse si es lícito o no concebir el medio ambiente únicamente como un problema, como un tema coyuntural, de carácter transitorio y alcance determinado o si, por el contrario, como dice la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, se trata de una realidad permanente, de un "sistema global" constituido por una serie de componentes que involucra todo lo que rodea a los seres vivos.
Por cierto que estamos ante un problema - y serio - cuando hablamos del deterioro de nuestra calidad de vida producto del uso de leña húmeda en invierno, o si nos referimos a la situación grotesca que Osorno está viviendo con su basura. Ambas son situaciones con consecuencias graves en la salud pública que justifican acciones concretas y rápidas y, por lo mismo, concitan un alto interés mediático. En ambos casos estamos hablando de contaminación, de mal uso de los recursos naturales, de tener que reparar lo que se ha hecho mal. En síntesis, de "problema".
Si bien nuestra Constitución Política propugna el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación, nuestro ordenamiento jurídico lejos de restringir el concepto a que nos referimos, lo amplifica. ¿Qué conocemos entonces sobre las energías renovables?, ¿qué incidencia tiene en nuestra cotidianidad el desarrollo sustentable?, ¿cómo se está protegiendo la flora y fauna local?, ¿qué está ocurriendo con la política global referida a nuestro litoral?, ¿qué papel cumple el ordenamiento territorial en todo esto?, ¿cuál es la situación de los bienes que conforman nuestra herencia cultural?, ¿qué sabemos de los organismos genéticamente modificados? ¿y del paisaje… qué? Suma y sigue.
Alguien podría argumentar: el medio ambiente así considerado es un lujo que se pueden dar los países ricos. Daría para largo contra argumentar. Me declaro conforme tan sólo con asentar la idea de que el tema ambiental no puede ser entendido sólo desde la urgencia, como si se tratara de una moda desafortunada y tediosa, de una suerte de bestia negra que hay que abatir.
Nuestra normativa legal ambiental crece exponencialmente, es técnica, aún dispersa y sobre todo muy variada. La invitación es a acercarnos a ella y constatar por qué lo medio ambiental más que un fenómeno en boga es el gran tema del siglo XXI.
Abogado