Didier Colletin, el trotamundos que aterriza en Osorno para liderar la Alianza Francesa local
Entrevista. El francés que habla cinco idiomas, juega rugby y toca salsa, llegó para dirigir un proyecto educativo.
A sus 44 años, el francés Didier Colletin decidió cambiar de ambiente. Viajó desde el agitado Beirut -la capital del Líbano en Oriente Medio- a Osorno. Fue un giro radical, dejó una ciudad de 1,8 millones de habitantes y con un tráfico descomunal, para instalarse en una urbe con una población que no supera las 170 mil personas y en la que moverse de un extremo a otro no toma más de 25 minutos. Viene con un propósito claro: tomar las riendas del Colegio Francés de Osorno y abrir este recinto a la multiculturalidad.
Él sabe muy bien de eso, hace 16 años fija domicilio en distintas partes del mundo. "Donde vive gente, yo puedo vivir", asegura.
Su vida de trotamundos se inicio en Qatar en el golfo Pérsico, continuó en la ciudad de Cali Colombia, en Guayana Francesa y Beirut. En estos países adquirió varios idiomas: el francés, español, inglés, alemán y creol, lenguas que maneja bien; además, es principiante en el árabe.
Comunicación
Didier Colletin es especialista en plurilingüismo, es decir, un experto en aprender y enseñar distintos idiomas, aunque siempre debe afinar el oído cuando llega a un nuevo lugar. En el mes que lleva en Osorno, se encontró con algunas frases como "me duele la guata" o "voy al tiro" que le quedaron resonando en la cabeza y que integró rápidamente a su vasto vocabulario.
Lo hace con gusto, ya que vino precisamente a eso, para acercarse nuevamente con el idioma español. En Beirut la comunicación se le hizo algo difícil, su interrelación con la gente era en inglés y francés, sobre todo en temas asociados al trabajo, pero se perdía de gran parte de lo cotidiano.
"Allá, la mayor cantidad del tiempo las personas hablan en árabe, un idioma en el que soy principiante, no entendía bromas y muchas otras cosas del lenguaje diario, por eso no podía relacionarme con todas las personas del colegio y eso para mí es fundamental", dice.
Por lo mismo, no dudó cuando el gobierno francés abrió el proceso para postular a nuevos cargos directivos que se abrían en su red de colegios en todo el mundo. De Chile sabía muy poco, sólo lo comentado por unos amigos chilenos que conoció en Guayana Francesa. De Osorno, la verdad, es que no había oído nada. Aún así, entre las cinco prioridades a las que postuló, Osorno fue la segunda sede.
Didier Colletin pasó así de ser el director adjunto de los cursos de idiomas del Instituto Francés en el Líbano -donde estuvo a cargo de 55 profesores y unos 10 mil alumnos que se repartían en diez centros- a director de la Alianza Francesa de Osorno, un colegio pagado y con 700 estudiantes.
-En Francia, su país, la educación es mayoritariamente pública y acá dirigirá el colegio que tiene el arancel más alto de esta ciudad ¿Cómo se enfrenta a esta nueva realidad?
-En el extranjero hay cerca de 500 colegios franceses y tiene algo en común: es educación de buena calidad y esto cuesta. En Francia es pagada por los impuestos y en Osorno por los padres, pero las exigencias son las mismas.
-¿Puede desenvolverse, entonces, en cualquier colegio francés del mundo?
-Hay ejes prioritarios que se contextualizan de acuerdo al país donde se ubica el colegio, pero son los mismos valores y el mismo programa.
-Se ha puesto al corriente sobre el debate que existe entorno a la educación en Chile ¿Qué piensa de ello?
-Sé que existe el deseo de que la educación pública sea de mejor calidad y las personas no dependan de los recursos que tengan para poder estudiar. En Francia también se habla sobre la educación.
-¿Y qué marca el debate?
-Se está buscando avanzar en autofinanciamiento, en Chile se pide que crezca lo público y en Francia se está pidiendo que lo público cumpla ahora con algunos indicadores del mundo privado, rentabilidad. La crisis está en todas partes, cada centavo que se invierte tiene que dar frutos.
-¿Y qué cree debería hacerse en Chile?
-Hay que encontrar un buen equilibrio entre lo público y privado, lo más importante es que cada persona tenga la oportunidad de hacer buenos estudios. En Francia prima el Estado, si no tienes recurso y eres capaz tendrás una beca. Además, la formación de los profesores es única, quienes trabajan en un colegio público o privado tienen una misma formación. Fue un proceso muy largo que no se ganó de un rato para otro. El ministerio más importante en Francia es el de educación, es el que tiene más recursos y una prioridad, allá van muchos de nuestros impuestos.
-¿Qué pasó con la crisis?
-Hubo muchos recortes, casi en todo los ministerios, pero no en Educación, al igual que en Justicia, Salud y Protección Individual.
-¿Y qué trae a la ciudad desde su experiencia en Beirut?
-Fueron cuatro años intensos de desarrollo personal, que ahora me servirán bastante. En el Líbano trabajé en una red de institutos culturales, donde se combina lo cultural e idiomático, hice contactos y adopté conocimientos que pueden complementar todo el trabajo educativo acá. Quiero fomentar eventos culturales y deportivos en Osorno, insertar al colegio en los eventos que la red realiza en todo el mundo. Todo coge otra dimensión, el alumno sale de su colegio y se abre al mundo, a la pluralidad y multiculturalidad.
-Es músico y deportista ¿qué importancia le da a estas áreas en lo educativo?
-La formación de un niño no es sólo académica, se completa con lo artístico y deportivo. Si los alumnos hacen vóleibol, una presentación artística o ajedrez para mí es un pretexto para conseguir ciertas metas. La formación está en todo el proceso que desarrollamos hasta conseguirlas, un camino donde hay mucho trabajo, donde a veces te desanimas, pero puedes lograr cosas. Que entiendan que no es llegar y comprar algo.
Luego de su recorrido por diversas latitudes del planeta, Didier Colletin, su esposa e hija de cinco años desembarcaron en Osorno y esperan quedarse aquí por un buen rato. El frío y la lluvia no son un problema, Colletin nació en Lille, ciudad al norte de Francia donde las bajas temperaturas son cosa de todos los días. Su conexión con el continente es cercana, sus padres son de la isla francesa de Guadalupe, un paradisíaco territorio del Caribe.
En Osorno, también espera retomar su gusto por la música ya que posee experiencia en ritmos tropicales como la salsa y la cumbia. En Guayanas era parte de un grupo que tocaba todos los fines de semana y donde él aportaba en coros y la percusión, con instrumentos como las congas, bongó o los timbales. También le gustaría volver a jugar rugby, deporte que fue importante para él en algún momento. En fin, tiene muchos planes para insertarse en la sociedad osornina.