Protocolo de París
La cita mundial que pretende establecer en la "Ciudad Luz" nuevos límites, para enfrentar como raza humana los efectos nocivos de la acumulación excesiva de gases de efecto invernadero desde mediados del S. XIX en adelante, es muy probable que se transforme en una versión 2.0 de la cita previa efectuada en Kyoto hace 18 años atrás.
Llama la atención esa vacua compulsión protocolar que motiva a los líderes del planeta, incluida nuestra Presidenta, a asomarse por algunas horas en una cumbre que dura 11 días, proclamar un discurso de buenas intenciones, no escuchar las buenas intenciones de otros líderes y abandonar la cita de trabajo para preocuparse de otros temas más importantes en el corto plazo, el de su mandato. Tal comportamiento es común y aplicable a todos los Jefes de Estado: palabras de buena cuna, salpicada con algunos datos interesantes provistos por equipos asesores competentes y disposición potencial a firmar el protocolo de acuerdo, con la mente probablemente puesta en cientos de otros temas más urgentes con los que tienen que lidiar en sus propios países. Así fue como las metas establecidas en aquel Protocolo de Kyoto estuvieron muy lejos de ser cumplidas.
Debido a la carencia de un convencimiento político genuino orientado a poner freno a las múltiples causas que generan la acumulación de los gases cuestionados, es muy probable que las partículas terroristas de dióxido de carbono, de metano, de óxido nitroso, de hexafluoruros de azufre, de hidrofluorocarbonos o de clorofluorocarbonos, se sigan multiplicando en centros industriales de occidente y oriente, en el hemisferio norte y en el austral. A diferencia de los terroristas comunes, estos compuestos no transan, ni responden a ideologías o religiones intrínsecamente perversas. Sólo actúan de acuerdo a su naturaleza. Asimismo, la naturaleza de los líderes políticos de hoy y de hace 18 años, es no transar el crecimiento económico de sus respectivos territorios, aunque en ello se nos vaya literalmente la vida.
Marcelo Saavedra Pérez, biólogo
PSU y enfermedades
Así como muchos me tocó dar la PSU este año. Sin duda unos de los hitos más importantes en el aspecto académico, bueno hasta ahora, sin embargo hay un componente que uno nunca puede ponderar, la salud, en mi caso la epilepsia. Esa enfermedad caracterizada principalmente por accesos repentinos, con pérdida brusca del conocimiento y convulsiones, que no le es ajena -así como otras enfermedades crónicas-, a un buen porcentaje de chilenos.
Lamentable es cuando el factor PSU junto con el factor crisis de epilepsia coincide, frustrando así un año de esfuerzo y dedicación, peor aún es cuando Demre se niega a aceptar este tipo de situaciones respondiendo con un simple "espere un año".
De aquí casos como el mío con situaciones de la más amplia gama y por culpa de una falta de política pública al respecto, es que nuestro futuro se ve perjudicado. Por eso, ya no para mí, sino para futuras generaciones, urge revivir el debate sobre hacer más pruebas de selección universitaria al año o citaciones especiales para poder continuarla en casos extremos en el corto plazo y así poder disminuir el impacto.
Marjorie Torres
Nueva Constitución
Hace unos días la Presidenta Michelle Bachelet presentó a los 15 miembros que integrarán el Consejo Ciudadano de Observadores del proceso constituyente. Entre ellos se encuentran: Juanita Parra (Los Jaivas), Jean Bausejour (futbolista), Hernán Larraín Matte (liberal), Cecilia Rovaretti (locutora radial). Ante esto, no me quedó claro si las discusiones constitucionales se darán en el Congreso Nacional o en el Bar Liguria.
Javier Labrín
Teletón es Sociedad
La Teletón representa uno de los tantos esfuerzos de la sociedad civil en la solución de los problemas públicos, cuestión criticada año tras año por quienes no creen la capacidad creadora de las personas más allá de las limitaciones estatales; de las planificaciones de escritorio sobre cómo éstos creen debe ser la sociedad.
Las críticas a la Teletón se centran en el deber que le correspondería al Estado de hacerse cargo de este asunto por sobre la sociedad misma utilizando las medidas más idóneas y eficientes posibles. Y esto último es lo que mejor hace la Teletón: expone los testimonios voluntarios de personas que luchan día a día por una mejor calidad de vida, entregando un mensaje que apela a la solidaridad y con ello a la donación.
Esto es lo más importante de esta iniciativa, su profundo sentido ético: el llamado a preocuparnos de lo que pasa a nuestro alrededor, a hacernos cargo de nuestro país por medio de la voluntariedad y a no promover la indiferencia de esperar que todo sea resuelto por el Estado.
Diego Villalobos, director Centro de Estudios Equidad